«Prácticamente en cada familia de cada pueblo y de cada país -además de la ya de por sí grave inseguridad social y de la contaminación de los medios masivos de comunicación- existe un hijo lastimado y/o abandonado, un papá ausente, alguien que manipula, alguien que es manipulado, alguien que lastima, alguien que es herido, alguien que prefiere no decir la verdad de sus sentimientos, alguien que se calla con la boca pero ejerce la violencia de obra u omisión, alguien que desconfía, alguien que invalida, alguien que, como si fuera un deporte, practica el hostigamiento o corrompe con el chantaje. ¿Quién puede decir que de manera intencional o involuntaria no ha jugado algunos o seguramente varios de estos papeles?. Generalmente el que lastima es el mismo que fue lastimado. Las terapias, consejos, libros, conferencias, sermones dominicales y numerosos «programas preventivos» apenas rascan la superficie de una «salud mental» -de la familia en lo particular y de la sociedad en general- tan cotidianamente pobre que ya nos parece normal.
Finalmente, una familia atrapada en sus propias relaciones destructivas es el primer eslabón de un ciclo más que recrea por generaciones y se manifiesta en todas las esferas: lo que somos y aprendemos en la familia, finalmente lo reproducimos en todos los ámbitos de nuestras relaciones posteriores».
Finalmente, una familia atrapada en sus propias relaciones destructivas es el primer eslabón de un ciclo más que recrea por generaciones y se manifiesta en todas las esferas: lo que somos y aprendemos en la familia, finalmente lo reproducimos en todos los ámbitos de nuestras relaciones posteriores».
Michel, S. y Chávez, R.
El espacio protegido del diálogo, p. 14
Fuente: Gestalt Terapia