EL MITO DE NARCISO Y ¿CÓMO ELEGIMOS PAREJA?

 

Cuadro: Eco y Narciso. John William Waterhouse.
Mito de narciso:

La versión que aportamos es de Ovidio, aunque hay otras. En la mitología griega, Narciso era un joven conocido por su gran belleza, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, que había sido condenada a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

Hasta aquí el mito.

Si nos preguntamos ¿cómo elegimos pareja, nos sorprenderá escuchar que la elección de pareja es siempre narcisista y eso quiere decir que se elige al otro por algún rasgo suyo que nos recuerda a nosotros mismos: a lo que fuimos, a lo que somos, a lo que queremos llegar a ser, a la madre dadora: a quien me da o deja que le dé, o al padre protector, es decir, a quien me protege o deja que le proteja. En general se elige la propia imagen o bien una imagen de la madre o del padre. Se podría decir que nos amamos a nosotros mismos en el otro.
Es muy difícil amar realmente al otro en su verdadera dimensión. Traspasar los límites del amor narcisista o del amor familiar (a los padres). Tener un proyecto en común con el otro, un amor productivo.
Los hombres y las mujeres amamos de manera distinta. Es una cuestión estructural, ellos suelen elegir a quien se deja amar, según su propia imagen o según la imagen de la madre, ellas suelen elegir a quien las ama, según su propia imagen, la imagen de la madre o bien la imagen del padre. O bien todo lo contrario, que en el inconsciente es lo mismo (es decir, elegir un hombre totalmente opuesto al padre, es elegir también con respecto al padre).
La posición de objeto de la mujer con respecto al amor, donde para ella es más importante ser amada que amar, a veces la lleva a los extremos de que el primero que le dice un piropo, que la hace sentirse amada, con ese se casa, y después tiene un matrimonio desgraciado o este se deshace en seguida. Habría que puntualizar también que hay muchos hombres que aman según una forma que podríamos llamar femenina, y mujeres que aman según una forma masculina.

 

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