Estos días he tenido el privilegio de impartir en la certificación de coaching de ICC que QCoach ha organizado, en que está como profesor también Joseph O’Connor. Ha sido un sueño hecho realidad para mí y para muchos compañeros. El ambiente que se ha creado ha sido genial, por la enorme categoría humana y el acervo profesional de los participantes.
De nuevo podría decir que la humildad de Joseph es asombrosa (hice un post hace tiempo sobre esto)… estoy seguro de que es condimento esencial para que pueda lograr la serenidad que transmite y que le permite utilizar las palabras con la precisión de un cirujano y la armonía de una orquesta.
Pero en esta ocasión ha habido algo que ha destacado por encima de todo: la calidad de la participación. Qué importante es que sus preguntas vayan, de forma ordenada e inspiradora, llevándonos por distintas zonas que puedan ir componiendo el puzle del aprendizaje de forma natural, espontánea.
Pero esta participación ha llegado más lejos: surgió la magia… por ejemplo, esta anécdota que nos dejó petrificados. Hay un ejercicio en que el cliente expone una situación durante 3 minutos, después de lo cual sólo escucha las preguntas que 3 coaches le harían para ayudarle, sin opción a responder ninguna… En varios grupos estas preguntas surgidas de tan breve explicación y sin posible continuidad produjeron un enorme beneficio a quien tenía el rol de cliente… ¿Energía en forma de empatía? Aún no lo puedo explicar.
Y esto me recuerda aquello que siento en todos los programas a los que asisto para desarrollar nuevas técnicas… ¡lo primero es el rapport! (conexión, empatía,…). La técnica tiene alguna oportunidad si el terreno de juego (la relación) está preparado… Si no, la técnica se queda en puro teatro, en hacer que haces…
Sentir unión y confianza como centro de todo, qué bonito es el ser humano.
Fuente: Portal Gallego de Coaching