En Pareja: Juntos y Separados

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Son las 6 de mañana y acaban de anunciar su llegada los loros a Hoyo de la Puerta, como todas las mañanas. Una sola voz, un solo coro, que no existiría si cada uno no tuviera su espacio y su propia voz para cantar. Se acercan como si fueran un solo ser, y al mismo tiempo cada uno conserva su espacio para moverse y maniobrar.
Siento una hermosura frente a mí. Ahora la puedo sentir al darme cuenta del espacio y la distancia entre cada uno de ellos. Y es que cuando estoy tan pegad@ pero tan pegad@ del otro no l@ puedo ver… Me vuelvo bizc@, todo a mi alrededor se deforma y el sonido es tan intenso por su cercanía que me molesta.
Lo sé porque vivía así, bizca de tan pegada. Y por eso ahora, consciente de mi necesidad de espacio, puedo identificar cuándo una persona está bizca y sorda por la cercanía permanente con el otro, sin poder sentirse, sin poder verlo y sin permitirle al otro que la vea y se vea, que la escuche y se escuche, que la sienta y se sienta, terminando al final ahogándose mutuamente sin darse cuenta, sin sospechar siquiera que lo que necesitan es espacio entre los dos.
Recuerdo una leyenda de los indios Sioux, de dos jóvenes que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
-Nos amamos- empezó el joven. -Y nos vamos a casar -dijo ella.
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-Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán; algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte.
– Por favor -repitieron-¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados y tan anhelantes esperando su palabra.
– Hay algo – dijo el viejo- pero no sé, es una tarea muy difícil y sacrificada.
– Nube Azul -dijo el brujo- ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos. Deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena. ¿Comprendiste?
– Y tú, Toro Bravo -siguió el brujo- deberás escalar la montaña del Trueno. Cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva…el mismo día en que vendrá Nube Azul ¡Salgan ahora!
Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas, eran verdaderamente hermosos ejemplares.
– Y ahora qué haremos -preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
– No – dijo el viejo.
– ¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? -propuso la joven.
– No -repitió el viejo- Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.
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– Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón, si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure: ¡VUELEN JUNTOS, JAMÁS ATADOS!
Si esto de alguna manera se te parece a ti y quieres aprender a volar y mantener tu propio espacio, puedes solicitar una cita por el Cel. 0416-6387297
Lic. Leonor Andrade Castillo
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