Enseñar la terapia

«La práctica de la plena atención, en estos tiempos convulsos, es más importante que nunca. Si nosotros, como individuos, no nos tomamos el tiempo de practicar la atención, no sólo será difícil transformar el sufrimiento de nuestras vidas, sino que será difícil transformar el sufrimiento del mundo. Es vital para nosotros mismos, para nuestros hijos y para la Tierra, que tengamos una práctica que nos ayude a ser conscientes, que nos permita volver a nosotros mismos y habitar el momento presente, a fin de transformar el sufrimiento en nosotros mismos y en los que nos rodean».
Thich Nhat Hanh
Si te sientes llamado a enseñar el trabajo (la terapia craneosacral biodinámica), por favor hazlo desde donde lo experimentas, no desde cómo lo conceptualizas. Eso es apropiado para enseñar aritmética, tal vez (aunque haya matemáticos místicos) pero no para el trabajo espiritual.
Lo que cuenta es la enseñanza, no el profesor.
En el reino del pensamiento nada puede obtenerse por la fuerza. Si empujas, los pensamientos se tropiezan consigo mismos. Si lo intentas, se produce confusión. Si buscas y luchas, lo único que encontrarás será búsqueda y lucha. Moviéndose con el Tao, la comprensión se mostrará por sí misma.
La preparación para lo que viene por sí mismo se llama aprendizaje. Todo aprendizaje es por seguimiento. El seguimiento es delicado y cuidadoso. El seguimiento con ira te conduce al miedo. Para comprender, aprende y después olvida lo aprendido. Suelta y confía. La comprensión llega sin esfuerzo. No es algo adquirido, sino algo que ocurre.
La enseñanza es la revelación de lo que surge cuando un grupo de alumnos y un facilitador trabajan juntos en práctica compartida. Esto es lo opuesto a una forma común de enseñanza didáctica y dogmática. Me temo que esta última tiende a debilitar al estudiante y es bastante común.
Nos gustaría ver lo que está ahí,
en lugar de lo que debería estar ahí,
o lo que alguien nos ha dicho que espera encontrar ahí.
Es peligroso predecir la verdad.
Podría ocurrir que, al anunciarla con antelación,
la redujéramos a nuestras expectativas.
El estado que permite ver lo que realmente es,
en el cliente o en cualquier tipo de relación,
es estar despierto (ser buda).
El trabajo del profesor es estar despierto a lo que está presente.
Si el trabajo no se basa en datos,
es posible que eso sea todo lo que se requiera.
El trabajo hará el trabajo.
Nadie hace nada a nadie.
Enseñar según este modelo tiene que ver con la relación,
y con lo que surge de ella en la presencia del ahora.
Esta revelación cambia continuamente,
lo que resulta muy incómodo para el intelecto.
Hay una continua batalla en mí, entre,
la expresión y la experiencia de lo que surge y, por otra,
el dogma de lo que debería surgir, o
de lo que debería hablar, o
de lo que debería sentir.
Me estoy esforzando por confiar en lo que surja
cuando haya quietud.
Esto es lo que denomino Inteligencia,
y es posible que tenga poco que ver con el intelecto.
En la relación terapéutica, la conciencia que se despliega
no es una conciencia de los hechos para analizarlos,
sino, más bien, una encarnación de lo que está allí
que va profundizando por pasos progresivos,
hasta un nivel de ser que no está traumatizado, enfermo.
La experiencia no se objetiva porque se limita.
Y el trabajo no es un objeto, como tampoco lo es el cliente.
Sólo hay un ocurrir, una revelación, movimiento, cambio,
la naturaleza de todas las cosas, sin separación entre la experiencia y el experimentador.
Mike Boxhall, La silla vacía

Fuente: Gestalt Terapia

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