Esta es una pequeña historia sobre este tema. Lo cierto es que desconozco el origen, ni siquiera recuerdo dónde la leí o escuché, aunque bien vale de ejemplo del tema que os propongo.
«Había una vez un niño muy muy obediente, siempre hacía todo lo que mamá le decía. Su madre le dijo de pequeño que cuando lloviese no saliese a la calle. La mamá murió, el niño se hizo hombre y tan obediente era que nunca salió de casa si llovía, tal como le habían enseñado.
Un día llovía. Se encontraba el hombre sentado en su sillón cuando apreció que la casa ardía. Allí estaba el hombre, sentado, sin moverse; mientras la casa se quemaba aún cuando la lluvia caía fuera. De repente uno de sus vecinos observó lo sucedido y se acercó corriendo.
– ¡Hombre de dios! No ve que se va a quemar, ¿por qué no sale fuera?
Y aquel hombre respondió, – mi mamá me dijo que no saliese de casa cuando llueve.»
A veces en la vida, lo que aprendemos o creemos de algunas cosas pueden frenarnos y hacer perder nuestra existencia: física o metafóricamente. La obediencia ciega tiene sus consecuencias, por eso tomar conciencia de éstas puede marcar la diferencia.
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Susana García Gutiérrez – Coach Profesional
1ª Coach de Familias Monoparentales