Anoche iba camino de Sevilla en el coche con mi medio limón, escuchando las (nada alentadoras) noticias sobre la economía de nuestro país y los pormenores de la huelga general que se está tejiendo en contra de la reforma laboral. Sorprendentemente, nunca había habido una aceptación tan masiva de una huelga general por parte del pueblo como en este momento, sin embargo, muchos trabajadores, la mayoría, confiesan que no secundarán la huelga. ¿Cómo puede ser esto? Por miedo. En estos momentos los españoles desayunamos miedo casi a diario. El miedo que ya existía por parte de los parados, por no encontrar trabajo, se suma ahora al de los trabajadores por perder el que tienen. Y es lógico, pues si algo está más que claro en este país es que cualquier cosa puede suceder, y nosotros, los pobres, siempre nos ponemos en el peor de los casos. Así que puede, perfectamente, darse el caso de que cuando más motivos tiene la gente para manifestarse, menos lo haga, gracias a ese miedo.
A mí me gustaría ir a la huelga de trabajadores, pero como no soy trabajadora…, me pongo en huelga de ideas. Voy a tomarme un día sabático de no pensar, como protesta a la situación político- económica actual. Ya sé que mi huelga va a traer muy pocas repercusiones, por no decir ninguna, y es que, al fin y al cabo, parece ser que somos muchos los que últimamente estamos en constante huelga intelectual. La mía no afecta a nadie, pero sí la de tantos y tantos antiguos justicieros que hay ahí fuera, profesores, académicos, jueces, instructores… gente que lucha día a día con o contra el sistema y que últimamente parecen estar en huelga de valores, valor y fuerza. Que vayan a la huelga los empleados de banca en contra de los abusos que sus empresas financieras cometen contra el pueblo. Que se pongan en huelga los funcionarios contra sus propios gobiernos, corruptos y autoritarios.
Yo hoy estoy en huelga, no voy a pensar más porque me da dolor de cabeza, porque cuanto más piensas más infeliz te vas haciendo, porque pensar no trae nada bueno, porque es mejor actuar. Pero, ¿qué pasaría si todos dejáramos de pensar por unos días? ¿Os imagináis a todo el mundo actuando según sus instintos, como animales? Sería divertido verlo, aunque sea por un momento. Pero la vida no son un montón de momentos divertidos. Si fuera así, la diversión no existiría, pues sería la norma. En fin, que ya estoy pensando, y no quiero.
Queda clausurado este blog, por falta de ideas emotivas e innovadoras y por falta de motivación, hasta próximo aviso.