Esta noche he tenido varios sueños un tanto raros.
En uno, recibíamos una postal en casa de mis padres, de un hombre apellidado Gürhart. El nombre no me acuerdo si era Jürgen o algo parecido, desde luego sonaba alemán. La postal estaba dirigida a mi madre. Mi madre estuvo en Alemania unos años, pero hace mucho de eso y no recuerda el alemán casi, y desde luego no habla inglés.
La carta escrita en inglés y decía algo así como:
«Hola,
escribo desde Münich. Estoy en la torre XXX que puedes ver en la postal y desde aquí tengo unas vistas preciosas de la ciudad.
¿Qué tal está Fritz[esto es, mi nombre]?»
Y ya se despedía. Muy curioso que el nombre de Fritz sea alemán también.
Enseguida al despertar, me he acordado de que yo pequeño admiraba a los alemanes. Recuerdo decirle a un compañero de preescolar que yo era medio alemán, yo sabía que no pero jugaba a que sí lo era y así intentaba convencer a mi compañero.
Parece que el que escribía eso sabía de mi existencia. Como si fuera un amigo alemán que mi madre dejó allí… en fin, no tiene mucho sentido real…
Por si a alguien se le ha ocurrido, ni por fechas ni por nada yo podría ser medio alemán 🙂 al menos, hasta donde yo sé. No tengo ninguna duda de eso – lo importante es que yo les tenía esa admiración, por sus valores sobre todo. Mi madre me había pintado una buena imagen de ellos y lo que veía en las noticias y demás me cuadraba con aquello. Todavía hoy les tengo una estima especial, y tengo una teoría de que los españoles y los alemanes conectamos en especial porque a cada cual le falta lo que el otro tiene: nosotros admiramos su capacidad organizativa y funcional, ellos admiran nuestra capacidad de saber vivir. Un buen maridaje.