Bueno,… ya ha pasado todo hace unos días, los nervios, el subidón, la alegría, algunas penas, ya acabó la presentación de nuestra criatura. Al final el libro ha visto la luz y por lo que vamos oyendo,… va gustando y sobre todo se le va viendo “realidad” y relación con el día a día de algunas personas,… lo cual nos tranquiliza a algunos de los que hemos estado en medio de este proyecto, ya que era una de nuestras preocupaciones.
Pero no vengo a mi rincón a hablar de esto, que ya está más que dicho y redicho, si os apetece leerlo ya sabéis, se descarga en http://bit.ly/gwrxrU y os lo ponéis en el iBook para los tiempos muertos. Mi idea es contaros lo que me pasó en ese acto, en los momentos previos y en los momentos posteriores y relataros las emociones que surgieron desde dentro de mí en todo este proceso.
Ni que decir tiene que este ha sido un proyecto muy especial por muchas razones, porque que soy un escritor frustrado (De momento), por el fantástico equipo con el que he colaborado en estos meses, por el compromiso con la difusión de las competencias de la Inteligencia Emocional, por la ilusión de explicar a los demás lo que hacemos en el Consorcio de Inteligencia Emocional,… por muchas razones.
Pero ahora que no nos oye nadie, me gustaría hablaros de mis emociones, las mías desde el punto de vista de co-autor del relato y que han marcado un hito importante para mi, tanto desde el punto de vista personal como profesional (Si esta división puede hacerse en mi caso).
Durante tiempo, estuvimos trabajando codo con codo los autores y los coordinadores del proyecto, para sacar a la calle a esta criatura, con una fecha concreta y determinada como objetivo final y eso ya de por sí, hace que sientas orgullo de la labor realizada y de tu papel en el equipo, sin duda cuando se cumple la expectativa y llega el gran día.
Y ese día llega y además, te toca salir a la palestra y hablar de la idea, del proceso, de lo que te ha traído a ese día, 12 de Abril de 2011, el “día D”.
Para mi fue un día muy especial por varias razones que puedo resumir en tres motivos fundamentales.
Por un lado, el final del proyecto me emocionó, me emocionó ver al equipo varias horas antes, preparado para que todo saliera a la perfección, me emocionó sentir esa corriente de energía que se da, esa magia que se siente cuando estas con “tu” equipo, tu gente, los que comprenden el proyecto y el esfuerzo mejor que nadie,…
Por otro lado, tengo que deciros que sentí una emoción muy profunda e intensa al ver la cantidad de personas que me ofrecieron su afecto durante el día de la presentación, tanto desde el propio equipo como de quienes que acudieron al acto, como de otras/os muchas/os que no pudieron acudir y que llamaron, mandaron, mensajes, sms, etc.. Tengo que confesaros que fue para mí una gran sorpresa y una gran alegría ver la cantidad de personas que me rodearon y me dieron su cariño y su adhesión.
Ni que decir tiene que el ver a todas las personas que se acercaron -y a algunas muy en especial por lo que significaba el esfuerzo de estar allí- me emocionó profundamente y me hizo ver el gran capital que poseo en forma de “Cariño Circulante”… y la verdad es que sólo siento gratitud cuando revivo aquellas horas.
Y en tercer lugar la última confesión: Yo llegué a ese día con la emoción negativa del miedo, del miedo a enfrentarme a un auditorio muy numeroso al que nunca me había enfrentado y con la conciencia de que era el momento de enfrentar ese miedo.
Quienes me conocen un poco saben que no me gusta predicar lo que no practico y que no sería muy honesto a mi entender en mi práctica profesional, plantear a las personas que hay que enfrentar los miedos y sin embargo no enfrentar yo los míos, de modo que en cuanto se presentó la ocasión, que sin duda era ésta, me subí al carro de mis miedos y decidí enfrentarlo usando las herramientas que en el propio libro recomendamos,… practicando una de las Competencias de la Inteligencia Emocional: La Regulación Emocional, ser capaz de identificar las emociones negativas y volverlas en tu propio beneficio, superando lo que tienen de incapacitantes y negativas para uno mismo.
Y lo conseguí. Incluso conseguí más, decidí que mi objetivo no era “pasar el trago” lo mejor posible y sin que se notara, sino que busqué algo más: Disfrutar del momento. Era un momento esperado durante meses y no estaba dispuesto a perdérmelo por combatir miedos irracionales, así que puse el listón un poco más arriba: Voy a pasármelo bien en mi exposición, en mi momento.
Y tengo que confesaros que lo conseguí, que me encontré a gusto, que disfruté del momento y que gracias a la Regulación de mis Emociones, tengo grabado ese momento como algo muy placentero,…
Esto no es magia, ni recetas de no se sabe que gurús, esto es real, práctico y se puede aplicar a la vida,… y funciona, yo doy fe de ello.
Nada más, sólo quería compartir con vosotros las emociones sentidas y vividas ese día al que tal vez doy más importancia de la que se merece, pero que os aseguro que nunca olvidaré.
Fuente: COACHING PRÁCTICO