Algunos ejercicios prácticos que pueden servir para desarrollar la felicidad.
La preocupación:
Examina en qué gastas tu energía: ¿son cosas sobre cuales tienes influencia o son cosas que no dependen de ti? Steven Covey habla de la zona de influencia y la zona de preocupación.
Dentro de zona de influencias entran cosas que podemos cambiar, sobre las cuales tenemos poder decisivos: nuestro comportamiento, hábitos, el trabajo que elegimos, la pareja, nuestro estado de ánimo, nuestras reacciones delante las circunstancias.
La zona de preocupación- son todas esas cosas sobre cuales no tenemos ningún tipo de control real. Pero aunque no tengas un control directo sobre ellas tenemos el control sobre nuestra actitud hacía ellas.
Entonces según Steven Covey “los problemas que afrontamos caen en una de las tres áreas posibles:
Área del control directo (que involucra nuestra propia conducta),
Área del control indirecto (que involucra la conducta de otras personas),
O, el área denominada inexistencia de control (problemas acerca de los cuales no podemos hacer nada, como los de nuestras realidades situacionales o pasadas).”
Sobre estos problemas podemos reaccionar actuando desde nuestro círculo de influencia:
Control directo– trabajar nuestros hábitos,
Control indirecto– cambiando nuestras actitudes, a través de desarrollo de competencias interpersonales como por ejemplo empatía.
Inexistencia de control– asumir la responsabilidad de modificar nuestras actitudes: sonreír, aceptar auténtica y pacíficamente esos problemas y aprender a vivir con ellos, aunque no nos gusten.
La próxima vez cuando estés muy preocupado pregúntate a ti mismo: ¿qué puedo hacer sobre esta situación? ¿Qué gano preocupándome?
La función de la preocupación es motivarnos a actuar para cambiar la situación desagradable. Así que si hay algo que puedes hacer, hazlo, actúa y si nada depende de ti, intenta dirigir tu atención a otra cosa.