A mis 42 años de edad he luchado una vida entera por comprender las leyes que nos rodean, especialmente la ley del éxito (Si le queremos llamar la ley del éxito a lo que gobierna nuestro destino). Desde que era un niño de 8 años, cuando la guerra fue desatada en mi país natal (El Salvador) en 1978, viví el sufrimiento en carne propia, vi como la gente moría en una guerra sin sentido, en un mundo lleno de tanta injusticia… Un mundo sin ley.
Casi todos los días al caminar hacia la escuela veía cuerpos tirados por la calle; algunos quemados, otros mutilados y torturados. Recuerdo aquel dia en que a un muchacho, que vivía cerca, le exploto una granada, y cuando llegamos a ver, su padre lo abrazaba llorando inconsolablemente, y lo tomaba de los huesos, ya que sus dos brazos fueron arrancados con la explosión y solamente le resaltaban los huesos de sus brazos y estaba con su cuerpo todo destrozado y sin vida… Era una escena cruel y llena de tanto dolor.
Recuerdo también una noche del año 1982, cuando la guerrilla protagonizo un atentado en toda la ciudad de San Miguel. Las bombas se escuchaban a lo lejos, las balas “zumbaban” por las paredes y los techos, y todos estábamos juntos en una de las habitaciones y rogando a Dios por nuestras vidas. Toda la noche, sin parar, el terror que nos rodeaba parecía nunca terminar, hasta que llego el amanecer, poco a poco fuimos saliendo de las casas, pero con mucho miedo. Era una vida difícil… siempre viviendo en temor y agonía… en mucha angustia, hasta que en 1984, cuando yo tenia 14 años, migramos de forma ilegal a Los Estados Unidos con mis padres y hermanos, huyendo de la guerra, y a esa corta edad tuve que trabajar como un adulto en una fabrica; perdiendo el derecho de todo adolecente. Luego trabaje por muchos años lavando platos en una cafetería hasta llegar a mis 21 años…
A pesar de mi dura vida, me mantuve trabajando, pero con una mente pesimista y lamentándome de mi situación, lamentándome de todo el tiempo que había perdido, buscando esa ley del éxito que tanto anhelaba. Seguí luchando en la vida hasta llegar a ser un profesional en ventas para la industria automotriz, pero con muy pocos resultados, y estaba siempre entre los vendedores mediocres que cumplen sus metas de vez en cuando pero no son consistentes.
Cuando acontecieron los ataques a las torres gemelas, en el año 2001, yo me encontraba trabajando para la Nissan Motor Corporation en el estado de Nueva York, y después de esta dura tragedia, las ventas se fueron a pique, tanto, que bajaron hasta un 50%, por lo que mis ingresos disminuyeron considerablemente y me vi forzado a irme a vivir a California, donde conseguí trabajo en un concesionario de la Toyota a pocos días de haber llegado.
En California comencé a desarrollarme más en el campo de las ventas y conocí a muchas personas que fueron muy especiales para mi; pero siempre admire mucho a Richard, quien era un señor de raza blanca, de unos 58 años… y yo veía que Richard siempre estaba sentado en una esquina, muy tranquilo, con su mirada pasiva y con una voz suave que siempre tenia algo agradable que decir.
Mientras todos los demás teníamos que “fajarnos” arduamente para lograr conseguir un cliente; Richard esperaba en su esquina, sentado con una tranquilidad interna, usualmente con sus ojos cerrados y murmurando una canción… de repente, llegaba alguien siempre a preguntar por él, y esta escena se repetía todos los días, siempre llegaba algún cliente buscando a Richard sin que él hiciese el menor esfuerzo en conseguir clientes.
De esta manera, Richard vendía más que los que éramos jóvenes y que teníamos mucha energía por dentro. Impresionantemente lo veía caminar con su paso lento cada vez hacia la oficina de finanzas, a entregar su venta del dia. Y me quedaba atónito preguntándome a mi mismo: ¿Cuál es el secreto del éxito de Richard?… No hace nada… no trabaja arduamente como yo… no tiene esa energía que yo tengo… Tiene que haber algo más.
Sonreír es agradecer…
Agradecer es mostrar apreciación
|
Un dia, me acerque a él y le pregunte: Richard, yo quiero que me digas cual es tu secreto. Quiero saber porque es que tu vendes tanto y eres un vendedor con mucho éxito… y me dijo algo así:
Willie; Podría decirte tantas cosas pero de nada serviría; existe una ley del éxito que te lleva ha triunfar en todo lo que hagas y que pocos comprenden; pero todo se resume en una tan sola palabra: “GRATITUDE” (Que traducido al español es: “GRATITUD”)
Y yo me fui a mi casa esa noche pensando y meditando en esto, y preguntándome ¿Qué tienen que ver la gratitud con el éxito… y de que ley me esta hablando?
Esa noche se me abrió el entendimiento y fui comprendiendo que existe una ley reciproca que nos lleva hacia el anhelado éxito; una ley que gobierna a todo hombre que ha existido sobre la faz de la tierra. Esta ley es de la que hablaban los antiguos, es la entrega hacia los demás. Todo lo que se hace aquí en la vida, sea bueno o sea malo, tarde o temprano nos volverá de alguna forma u otra. Este era el secreto del éxito de Richard. A menudo se veía cargando tarjetas de agradecimiento para enviárselas a sus clientes. Richard les enviaba a todos sus clientes una tarjeta el dia de sus cumpleaños, les enviaba tarjetas cada navidad; en febrero les enviaba una tarjeta de amistad, y se dedicaba a llamar a sus clientes, hasta 3 veces después de la venta, para agradecerles por haberle dado la oportunidad.
Richard nunca se quejaba de la vida, ni del mal tiempo de las ventas, como todos los demás nos quejábamos. Él siempre estaba dispuesto a atender a los clientes, sin murmuraciones ni pesadeces. Fue entonces que comprendí que la gratitud era la APRECIACIÓN por lo que la vida nos ha dado; que la gratitud nos hace ser seres de carne y hueso, y nos hace fraternizar con los demás, ya que aprendemos a APRECIARLOS y a sentirnos parte de ellos, aprendemos a APRECIAR el mundo que nos rodea, a valorar las cosas que tenemos, sean pocas o sean muchas.
Entonces comencé a ver mi vida y mi pasado de una forma diferente, y comencé a apreciar a las personas que me rodaban, a mis clientes y a mis superiores; a ser un hombre agradecido con todo lo que la vida me había dado, sin importar mis dolores pasados, sin importar los sufrimientos de la guerra. Todo lo que hacia, lo hacia con gratitud de corazón y con apreciación, y mis clientes comenzaron a ser parte de mi, forjando una relación permanente con ellos, y cuando menos lo pensé, ellos comenzaron a volver a buscarme cada vez que necesitaban un vehículo. También me traían a sus familiares y amigos, y mis ventas incrementaron a más del 40%… Fue entonces que comprendí la importancia de la gratitud, y que existe una ley del éxito que se rige bajo un concepto reciproco.
Esta leydel éxito está basada en lo que hacemos con los demás, ya que todo lo que sembremos en los demás, tarde o temprano, y a su debido tiempo, lo cosecharemos. Y es la gratitud la que nos motiva a sembrar estas cosas, y nos motiva a ser mejores seres humanos, ya que estando en un estado de gratitud, todo lo haremos con positivismo y voluntad, y todo lo haremos con apreciación, por lo tanto recibiremos ese mismo positivismo en nuestras vidas, sea lo que sea que hagamos, o lo que consideremos que es el éxito, ya que el éxito no es obtener bienes materiales, sino que el éxito es llegar a nuestros objetivos principales. Así es la ley del éxito y su secreto se encuentra en la gratitud. La vida es dura pero seamos agradecidos, veamos las cosas con ojos de apreciación y pronto llegaremos a todas nuestras metas.
Por: Wilbert Estrada
COMPARTE ESTE ARTÍCULO, LE PUEDE AYUDAR A ALGUIEN:
Fuente: LIDERAZGO EMPRESARIAL ¡AHORA!