El brujo Don Juan le decía Carlos Castaneda que la Muerte se sitúa a la izquierda de cada persona. También, le aseguraba: «Nuestra muerte espera y este mismo acto que estamos realizando ahora puede muy bien ser nuestra última batalla sobre la tierra (…) La llamo batalla porque es una lucha. La mayoría de la gente pasa de acto en acto sin luchar ni pensar. Un cazador, al contrario, evalúa cada acto; y como tiene un conocimiento íntimo de su muerte, procede con juicio, como si cada acto fuera su última batalla. Sólo un imbécil dejaría de notar la ventaja que un cazador tiene sobre sus semejantes. Un cazador da a su última batalla el respeto que se merece. Es natural que su último acto sobre la tierra sea lo mejor de sí mismo. Así es placentero. Le quita el filo al temor.»
Y proyectivamente en el lado izquierdo está el pasado, los muertos, lo que fue, la madre, la receptividad. Y algunos dirán que ahí está su adorada Santa Muerte, arquetipo femenino de lo divino, equivalente a lo que otros prefieren llamarle, adornar y adorar como Vírgenes, Santas y diosas, con una visión matriarcal.
En este momento recuerdo algunos casos psicoterapéuticos de varones que son o fueron adoradores de la Santa Muerte. Teniendo ellos como punto en común rencor o conflictos con su padre, y rechazo a Dios (arquetipo masculino). Una vez que asistieron a varias sesiones grupales e individuales, algunos de ellos se reconciliaron con Dios después de haberse reconciliado con sus respectivos padres.
Otro caso interesante es de un adulto de 22 años que adoraba a la Santa Muerte. Lo curioso es que este individuo estaba conflictuado con su madre desde que era niño. Después de varias sesiones psicoterapéuticas se dio cuenta que se refugió en el culto a la Santa Muerte porque ahí estaba buscando realmente a su madre.
A diario existe muerte en nosotros los humanos. Se nos mueren células, cabellos, sentimientos y pedacitos de piel. Intentamos suicidarnos los egos, para renacer en plenitud y mayor apertura de conciencia. Morimos al dormir, soñando que vivimos, despertando para volver a este mundo a regenerarnos, con oportunidades en cada acto, cada pensamiento, cada sentimiento y en cada omisión.
A diario convivimos con la muerte, desde niños hemos sido asesinos de plantas o animalitos, por Inconciencia o inmadurez, ignorancia o negligencia. Hemos comido seres vegetales y animales, para sobrevivir y evitar la muerte.
En una ocasión, hace 4 años, estando en sesión psicoterapéutica grupal en una cárcel, un participante propuso una actividad que la llamó ‘Levantar al muerto’. Consistió en que una persona se acuesta boca arriba y con los ojos cerrados en el centro del espacio terapéutico. 6 voluntarios (3 a cada lado del acostado, luego la meta es levantarlo con 2 voluntarios a cada lado) introducen los dedos anular e índice de la mano (los dos siguientes al dedo ‘gordo’) debajo del acostado y entonces a coro y con seguridad afirman dos o tres veces cada frase: “Aquí hay un muerto, tan firme como una roca, tan duro como una piedra, tan ligero como una pluma. Levantémoslo”. Y al terminar la frase intentan levantarlo, y espectacularmente se nota al primer o segundo intento que lo consiguen levantar. Naturalmente, se les pidió concentración, intención y seguridad en realizar esta acción. Se logra levantar a la persona quizá por sugestión, fuerza mental, o por lo que sea, lo importante es que en las ocasiones que he facilitado este ejercicio varios participantes se sorprenden del poder de la mente, otros se motivan para intentar retos complicados en sus vidas.
Durante una clase de Maestría en Terapia Gestalt en INTEGRO, en Guadalajara, el Maestro Fernando González nos facilitó una actividad donde se eligió a una persona que había fallecido (me tocó a mí representar al fallecido) y a los demás los fue sensibilizando y guiando hacia sentimientos de tristeza, mientras yo permanecía inmóvil, acostado boca arriba y con las manos al pecho, al centro del espacio, conforme pasaron los minutos, comencé a escuchar algunos sollozos y lamentos, según supe después, también se acercaron a mí para tocarme y mirarme de cerca. En la retroalimentación algunos expusieron su proyección, recordando la persona fallecida que les hizo figura, algunos mencionaron un padre, otros una madre, un hermano, un abuelo, entre otros.
Aunque Fritz Perls no advirtió ni coqueteó con asuntos paranormales, y además de que no tengo temor del juicio de mis colegas les confieso que cuando he facilitado el ejercicio de la silla vacía gestáltica a personas que dialogan con un fallecido ha habido algunas ocasiones en que he escuchado ruidos extraños, los pacientes sienten la presencia del fallecido de una manera que parece ir más allá de la pura sugestión, es decir, como si la energía de ese muerto está presente en ese momento. No quiero asociarlo con espiritismo o fantasmas, simplemente pareciera que este ejercicio conecta al paciente con energías externas más profundas y trascendentes de lo que supuso Fritz Perls.
Algo similar ocurre en las Constelaciones Familiares y Movimientos del Espíritu, donde se mueven energías con resultados asombrosos. Y aunque Bert Hellinger ha sido precavido en no darle una interpretación paranormal, y tomando reservada distancia de las interpretaciones chamánicas.
Fuente: BERNAL27