Hoy quiero compartir con ustedes una parábola muy significativa para mí. Esta parábola es de Chuang Tzu, un maestro chino que vivió aproximadamente en el Siglo IV a.C.
Erase una vez un hombre a quien le alteraba tanto ver su propia sombra y le disgustaban tanto sus propias pisadas que decidió liberarse de ellas.
Se le ocurrió un método: huir. Así que se levantó y echó a correr, pero cada vez que ponía un pie en el suelo había otra pisada, mientras que su sombra le alcanzaba sin la menor dificultad.
Erase una vez un hombre a quien le alteraba tanto ver su propia sombra y le disgustaban tanto sus propias pisadas que decidió liberarse de ellas.
Se le ocurrió un método: huir. Así que se levantó y echó a correr, pero cada vez que ponía un pie en el suelo había otra pisada, mientras que su sombra le alcanzaba sin la menor dificultad.
Atribuyó el fracaso al hecho de no correr suficientemente deprisa. Corrió más y más rápido, sin parar, hasta caer muerto.
No comprendió que simplemente con ponerse en un lugar sombreado, su sombra se desvanecería, y que si se sentaba y se quedaba inmóvil, no habría más pisadas.
Fuente: Psicoterapia Gestalt en Caracas