Liderazgo: ¿Qué aprender de Obama y Romney?

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Después de las elecciones estadunidenses analizamos los estilos de liderazgo de los 2 candidatos Obama y Romney.
Cada candidato y sus respectivos equipos han hecho de todo para convencer a los votantes de sus cualidades, de que son la mejor opción. Por eso resulta interesante reflexionar sobre qué pueden aprender los líderes ejecutivos, managers y emprendedores del mundo de los negocios sobre los estilos de liderazgo de cada uno de ellos.
Por: Daniela Arce, Jennifer P. Roig
Ciertamente, son dos alternativas distintas. Obama es un afroamericano proveniente de la clase media, educado en las mejores escuelas gracias a becas y ayudas, con una formación como legislador y experiencia como activista social y voluntario. Por su parte, Romney nació en cuna rica, de un padre empresario quien también hizo carrera política, con práctica administrativa ganada en la firma financiera Bain Capital y experiencia política como gobernador del estado de Massachusetts.
Diferencias y similitudes
A la hora de definir sus estilos, el profesor de la Fuqua School of Business de la Universidad Duke Allan Lind observa que “Obama es el tipo de líder ‘transformacional’, mientras que Romney es más ‘transaccional’, lo cual significa que Obama trabaja con inspiración y Romney se enfoca a lograr un acuerdo o concretar un negocio”.
Eso significa que Obama “se describiría como carismático, visionario y personal, en tanto Romney se centra en la toma de decisiones, la logística, los detalles, y según algunos, en el micro management”.
Por su parte, Sydney Finkelstein, profesor de management y decano asociado de Educación Ejecutiva de la Tuck School of Business del Dartmouth College, abunda sobre el tema añadiendo que “Obama es un líder natural, con una historia personal particularmente conmovedora. Mientras, Romney tiene el estilo de un consultor, desapasionado, analítico y confiado en que cada problema puede ser resuelto si se consigue la cantidad de datos adecuada y se adopta una disciplina para enfrentarse al problema”.
Ambos expertos coinciden al notar que Obama se siente cómodo ante grupos grandes y Romney ante grupos pequeños. De frente a multitudes, Obama se proyecta “como lídercarismático y dinámico que se identifica con el ‘hombre común’, en cambio, Romney se muestra más medido, menos emocional y más identificado con las elites”, comenta Lind.
Aunque ambos estilos pueden ser válidos, Lind llama la atención sobre el hecho de que un líder corporativo debe trabajar por desempeñarse bien en ambas circunstancias, superando las limitaciones de ambos candidatos, quienes no se muestran tan efectivos cuando se hallan en situaciones que no son sus favoritas.
Puntos débiles
Sobre qué cualidades ambos podrían mejorar, o qué habilidades perfeccionar, tanto Lind como Finkelstein coincidieron en apuntar a ciertas características de ambos que les limitan tanto en la gestión de su administración, como en su capacidad de liderar e inspirar a los demás. Brindan sugerencias valiosas para los líderes corporativos en cuanto a las formas de ejercer el poder, y gestionar las relaciones con sus colaboradores cercanos y stakeholders en general.
Finkelstein hizo énfasis en que Obama debe aprender a generar “discusiones más profundas con sus asesores y debatir con ellos sin ser necesariamente él la figura clave. Por su parte, Romney necesita evadir los cambios tan obvios de postura y pensamiento político, porque al hacerlo pierde credibilidad, pero quizá le es muy difícil conseguirlo, porque le importan más las soluciones que la ideología”.
El experto de Tuck también notó que en el caso de Obama, este precisa “dedicar más tiempo y energía a mejorar sus relaciones con los legisladores, porque le ha faltado ese apoyo en los momentos de concretar y llevar adelante un proyecto”. Mientras, algo interesante que mencionó Lind es que “Obama necesita aprender a ejercer un tipo de poder ‘puro’, porque hay y habrá gente que él no logrará inspirar, y con quienes es necesario lidiar con otros métodos, eso implica que debe acudir en ocasiones al tipo de poder bruto, crudo, de la presidencia”.
Sobre este tema, Margarita Mayo fue muy específica al señalar que para mejorar tanto Romney como Obama deberían cambiar en tres formas: “Romney debe presentar una visión más global que pueda convencer a la gente, en vez de centrarse demasiado en los pequeños detalles, también debe aumentar su cercanía personal a la gente, y por último delegar y confiar en sus colaboradores. Por otro lado, aunque Obama puede ser visto como líder carismático, necesita además aportar soluciones prácticas para los problemas reales, para lo cual debe ofrecer evidencia de que sus estrategias funcionarán, debe gestionar mejor las expectativas de la gente, evitar prometer lo que no puede cumplir y balancear su orientación internacional como líder global con una retórica doméstica”.
Enseñanzas para los líderes empresariales
Según Finkelstein, una enseñanza más clara aún para hombres de negocios es la energía y capacidad organizativa demostrada por ambos hombres.“A pesar de cómo las campañas desgastan y hasta destruyen a la gente, ambos están enfocados a una meta clara. Tuvieron que organizar grandes equipos de apoyo que los ayudaran en la elección, y tuvieron que reconocer y elegir el mejor talento que trabajara con ellos. Tuvieron que comunicar ideas que comprometieran para generar energía entre los stakeholders”.
Al respecto, Genaro Lozano, profesor del mexicano ITAM, comentó que los hombres de negocios pueden aprender del sentido social de la gestión de Obama, “a que sean sensibles con su entorno, y que entiendan que no es ya el momento de buscar concentrar la riqueza en unas pocas manos, sino de distribuirla, porque se ha visto que le va mejor a las naciones que distribuyen sus recursos de forma más equitativa”.
Sobre el valor del liderazgo de Romney, Lozano aportó un punto de vista interesante. Según el profesor de ITAM, lo fundamental que en tiempos normales se podría aprender de Romney es la visión para invertir bien el dinero. Sin embargo, en la actual campaña, el dinero invertido es de alto riesgo, pues si no resulta electo esa inversión tan alta no tendrá retorno, por eso Lozano concluye que “el hombre de negocios del siglo XXI debe tener conciencia social”.

Fuente: liredazgo

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