Identifique tres capacidades positivas que usted considera poseer; haga lo mismo con tres “debilidades”. Ahora imagine que logra duplicar sus tres fortalezas, ¿qué le sucede a sus debilidades? ¿Verdad que disminuyen o desaparecen frente al incremento de lo positivo?.
Hay personas y organizaciones que tienden a concentrarse en atender lo que está mal en ellas, lo que no les agrada y lo que definen como problemas. A lo mejor creen que desapareciendo sus debilidades lograrán el alto desempeño, y esa premisa es cuestionable. Sanar las heridas causadas por las disfunciones en un equipo no le garantiza que llegue al éxito ni a la excelencia. Pero trabajando fuerte en acrecentar sus fortalezas podría acercarle más al despliegue de su potencial. Si los gerentes de área, por ejemplo, no trabajan en equipo pero son personas comprometidas con la organización y si se eleva este compromiso, tendrán necesariamente, que dejar atrás sus divisiones.
Cuando las empresas profundicen el estudio de qué es lo que más satisface a sus colaboradores y clientes, posiblemente encuentren excelentes oportunidades para romper los límites superiores, en lugar de desgastarse luchando por disminuir lo que está mal. No se trata de ignorar problemas, carencias, ni situaciones desagradables, pues se atiendan o no, estarán presentes. Tampoco se trata de un discurso irreal ni demagógico que ignore las dificultades. Lo que se procura es que esas barreras no limiten la imaginación, la energía, ni el avance hacia mayores niveles de desarrollo.
La buena noticia es que toda organización tiene fortalezas, definidas como los factores con los cuales se agrega valor al cliente interno y externo. No hay que inventarlas, sino liberarlas, dejarlas fluir cuando se reduzca la casi obsesión por corregir lo que está mal. En ocasiones pasamos tanto tiempo preocupados de nuestras debilidades que ya no nos ocupamos de elevar nuestras muchas fortalezas.
Si lo que hacemos realmente bien está alimentado por la pasión de hacerlas, entonces el talento se une al deseo y el resultado será exitoso. Los líderes con mejor impacto en sus equipos conocen con profundidad las fortalezas de sus miembros, las potencializan y se convierten en catalizadores entre ellos, lo que explica el espíritu ganador y la convicción en ser más grandes que los retos que enfrentan. Si usted dirige un equipo, haga este ejercicio: enumere las fortalezas colectivas e individuales y trabaje por lo menos una semana procurando que las mismas crezcan, seguramente se sorprenderá de los resultados.
Necesitamos asustar el miedo de dejar atrás las debilidades y concentrarnos en lo que sí hacemos bien, pues eso maximiza la motivación, el deseo de continuar la marcha y la convicción de que fortaleciendo las fortalezas se reducirán las adversidades limitantes.
Fuente: ManagersMagazine
Fuente: liredazgo