El ser humano es impredecible. Hay veces que acabas de conocer a una persona y al momento parece como si ya la conocieses de toda la vida. Otras sin embargo, nunca acabas de conocer a alquien aunque la tengas siempre cerca.
A veces nos agobiamos con nuestros problemas, que no son pocos, aunque sí que lo son, y de repente una noticia hace que se desmorone todo el sistema de prioridades, se nos olvidan los problemas, que no lo eran, y ya sólo podemos pensar en esa noticia y en las consecuencias que traerán a nuestra vida. Con ilusión, pero también con mucho miedo de no saber estar a la altura de las circunstancias, con alegría, pero también con pena, abandonamos un mundo al que no volveremos jamás, para ir a formar parte de otro muy distinto del que no retornaremos nunca. Esto no quiere decir que el nuevo sea un mundo peor, pero sí diferente, muy diferente. Y nos preocuparemos más que nunca por el futuro. Y ya no nos importará no estrenar nada el día de Nochevieja, o quedarme sin vacaciones, o no poderme comprar esos zapatos que tanto me gustaron, porque esos problemas mundanos son de la vida que dejamos atrás. Sin embargo en esta nueva vida nos emocionaremos con una sonrisa, con una caricia, con una mirada, con una palabra mal dicha que sonará a música.
Sí, a veces conoces a alguien y en seguida lo aprecias, lo estimas. Yo todavía no te conozco y ya te quiero. Es verdad que la vida es dura, que tropezarás y caerás mil veces, que las cosas no siempre te saldrán como esperas, que algunas personas te decepcionarán, pero no te preocupes porque siempre tendrás cerca muchas manos que te ayuden a saltar los obstáculos del camino.
Tu madre me dijo al comenzar el año que este 2012 sería por fin nuestro año, que nos cambiaría la vida. Suelo llevarle la contraria en todo, pero ahora no me queda más que reconocerlo. Acertó de lleno.