Había una vez un magnánimo rey que tenía tres hijos, y quería elegir a uno para ser su heredero universal. Era muy difícil, dado que los tres eran muy inteligentes y valientes, cualidades necesarias para ser regentes. Sin embargo, este rey pensaba que eran imprescindibles otros valores para legislar su reino. Como no tenía forma de decidir adecuadamente, pues eran trillizos, le preguntó a un gran sabio, y este le sugirió una idea.
Fuente: Cruz Coaching