— “El pez está en el agua y el agua está en el pez” —le respondí y se me quedó mirando perplejo.
— No entiendo. —Dijo ahora ofuscado.
— El pez no conoce otra cosa que el agua… la agresión es el agua donde te desarrollaste. En otras palabras: «el ambiente en que crecimos crece en nosotros». Esto no es malo ni bueno, per sé, todo depende de qué uso demos a todo eso.
Continué:—Hay gente que aprendió a comunicarse en un ambiente agresivo, y quie aprendió a comunicarse de esa forma sin duda ha de repetirlo.
Entusiasmado por el desafío, lo hizo. ¡Su equilibrio era impecable! Ahí estaba. Quieto como una estatua. Sin referentes externos; sin soportes ambientales, se mantenía en equilibrio… pasaba el tiempo y ¡seguía firme!
Empujé en diferentes direcciones. No logré desequilibrarlo. Increíble: estaba frente a un sobreviviente.
Quien ha vivido la vida entera en la oscuridad desarrolla un tipo de visión adecuada a ese medio; saldrá sólo de noche, e irá rompiendo bombillas a su paso…
Este muchacho sólo siente que existe en la pelea, y cuando no hay lucha en la que pueda demostrar su poder, se siente pequeño, ignorado, inexistente.
Fuente: gestalt-blog