¿Cómo es o cómo puede discurrir un nuevo embarazo tras haber sufrido una pérdida gestacional anterior?. Esta es una pregunta que muchas madres se hacen cuando se quedan de nuevo embarazadas, habiendo perdido anteriormente a su bebé en cualquier etapa de su gestación.
En esta etapa responderé a esta duda, no sin antes aclara el propósito de esta entrada del blog: INFORMAR, nunca alarmar, ni asustar a ninguna mujer o familiar de la pareja que haya perdido a su bebito durante la gestación. Estar informados del posible curso que tendrá lugar durante ese nuevo embarazo, puede ayudar a los progenitores, y familiares cercanos o amigos íntimos a apoyar a esta pareja, por el posible duro trance que les puede suponer un nuevo embarazo tras una pérdida gestacional anterior. Así convirtiéndose en un apoyo y recurso emocional para la madre y el padre (a través del entendimiento y empatía hacia su vivencia psicoemocional durante todo el proceso de gestación). Para ello voy a transmitiros una información, extraída fundamentalmente, del libro «Las Voces Olvidadas: pérdidas gestacionales tempranas» de M.Álvarez, M.A.Claramunt, L.G. Carrascosa y C. Silvente», en el que dedica un capítulo al nuevo embarazo tras pérdida gestacional previa (EdP: embarazo después de pérdida).
Es importante resaltar además de todo lo que vamos a ver a continuación, asociado a la vivencia de un nuevo embarazo tras un aborto, tener en cuenta que este nuevo embarazo comparte con el anterior y con cualquier otro que tenga la mujer, y como bien puede conocer al experimentarlo, la MONTAÑA RUSA A NIVEL EMOCIONAL que la nueva madre puede vivir a partir de quedarse embarazada, debido a los grandes cambios hormonales que vive, facilitadores de que el embarazo siga adelante, con todos los cambios necesarios para el desarrollo del mismo y del embrión en gestación. Es decir, todos esos cambios hormonales y emocionales propios de un embarazo, se unen a la vivencia de quedar de nuevo embarazada tras haber perdido a su anterior bebé, lo que puede facilitar todas las reacciones emocionales que vamos a ver a continuación, propias de un EdP.
Dentro de cualquier embarazo las emociones pueden fluctuar, como seguramente ya te habrá informado tu comadrona en tu primera visita. Una puede estar riendo, y de repente puede sentirse irritada, con ganas de chillar o de llorar. Puede ser confuso para la mujer que cuando «se supone» que una «debería estar» contenta, a menudo pueda sentirse tensa o con ganas de llorar.Las hormonas del embarazo son las mismas que causan los síntomas del SPM (síndrome premenstrual: cambios rápidos de humor, llanto e irritabilidad, que algunas mujeres sienten previas a la aparición del período cuando no están embarazadas). Estos cambios hormonales, como hemos mencionado, también están presentes en un EdP, además de los propios/específios o característicos de un EdP.
Pasemos pues, después de matizar lo anterior, a analizar los aspectos especificos y propios de un EdP, sobre la vivencia de este proceso gestacional tras un aborto.
«La nueva gestación tras la pérdida está llena de miedos, dudas e inseguridades. Es una situación que va a suponer un desgaste físico y emocional muy importante, especialmente para la mamá, pero tambien para el padre y la familia cercana.
Es duro, el miedo es paralizante. Sentir que puede volver a suceder es aterrador. Es una prueba de resistencia. Un embarazo después de una o más pérdidas es una maratón psíquica. Se ha perdido la inocencia de la espera para siempre. Pero tenemos una buena noticia: NO TODO EL TIEMPO SE VIVE EN ESTA ANGUSTIA. Hay treguas. Hay ratos de paz, de sosiego, de ilusión y de esperanza renovada. Como en una montaña rusa, la angustia vuelve. ¡Cuántas veces la mamá piensa que se habrá vuelto loca: por las supersticiones, la hipervigilancia extrema …!.
La mujer puede sentir, por ejemplo, que si habla de sus miedos éstos pueden «hacerse reales» (como una superstición, incluso aunque sepa que realmente es eso: una superstición, no una realidad), o que si sale de casa puede sucederle cualquier cosa (y sólo sentirse protegida en casa). También puede ocurrir que al ir al aseo se convierta en una obsesión el observar si encuentra que ha manchado (especialmente cuando en su anterior embarazo los hubo, y finalmente éste acabó en un aborto). O pueden pensar que si hacen cosas de igual forma que en el anterior embarazo, puede ocurrir el fatídico final.
«Un embarazo tras pérdida es así: saberlo y aceptarlo es mucho mejor, porque la angustia de pensar que este estado afecta negativamente al nuevo bebé asalta a menudo y acrecienta el padecimiento. Sufrir por la incertidumbre de si este bebé se va a quedar no es causa de muerte gestacional: es bueno decirlo bien claro». Como dicen las autoras de «Voces Olvidadas»: «se requiere pasar por ello, por un nuevo embarazo (tras una pérdida), para intentar acabar con un bebé vivo en brazos». Ellas continuan «es así de duro». Yo quiero matizar que no siempre es así, que no todas las madres viven un EdP con esta angustia, que puede que no sea tu proceso ni tu vivencia, cuando suceda, sin embargo, como también señalan, la mayoría de madres en un nuevo embarazo tras un aborto no lo viven instaladas en la continua alegría y tranquilidad que suele vivir una mujer que no ha perdido la inocencia de pensar que «todo va a ir bien, seguro», al comprobar en una anterior experiencia que desgraciadamente no siempre es así.
«Estos embarazos son distintos, y deben ser tratados y acompañados de manera distinta. Los profesionales deberían conocer las posibles respuestas emocionales de la mujer y proporcionar cuidados y apoyo específicos durante el embarazo, parto y puerperio en función de las necesidades individuales de cada familia».
Y el proceso se complica si la madre no ha vivido una sola pérdida, sino que si su embarazo es posterior a dos o más pérdidas, esto debe ser tenido en cuenta, pues la madre gastará una gran cantidad de energía, emocional, para pasar por el via crucis que puede suponer vivir ese nuevo embarazo después de dos o más pérdidas, aunque en la espera agridulce también viva momentos de alegría por la nueva vida que lleva en su vientre. Y vivenciará continuas emociones encontradas durante todo su período gestacional.
La mujer puede preguntarse: ¿esto será así durante todo el embarazo?, cuando incluso la pérdida de su bebé fue temprana. Puede creer y esperar que en el momento en que pase la semana en que se perdió al hijo anterior podrá vivir su embarazo con tranquilidad, alegría, y sin momentos de la ansia esperar que han vivido hasta ese momento. Las expertas nos dicen que en general no es así, que la mayoría de mujeres esperan ansiosas que llegue y pase esa fecha temida de la pérdida de su anterior embarazo, y que una vez pasada la alegría momentánea, vuelve la incertidumbre y descubren que no tendrán la tranquilidad absoluta hasta que tengan a su bebé en brazos. Nos explican que la inocencia se ha perdido para siempre y en todos los embarazos posteriores a la pérdida. Aunque también matizan que no siempre es así , que «algunas mamás consiguen encontrar estrategias que las ayuden, y hacen que la segunda mitad del embarazo, la que no vivieron en la anterior gestación, sea más llevadera, un poco más parecida a las maternidades inocentes» (en las que no ha habido una pérdida anterior). Aunque continuan «hay mujeres que luchan por estar bien en este nuevo embarazo, para no vivirlo con la angusita emocional constante, pero pocas lo consiguen. Está bien saberlo y disfrutar al máximo de los buenos momentos, que los hay, en todos los EdP». Es decir, que la presencia de momentos vividos con ansiedad en muchos momentos del embarazo puede presentarse como una característica intrínseca de la gran mayoría de EdP.
Además aportan una información muy interesante que puede tranquilizar a las mamás, que de alguna forma se torturan por cómo puede afectar esos fuertes cambios emocionales en que viven durante este embarazo, y en la incidencia del estrés materno en los hijos, al hablarnos de cómo la crianza sensible, tras el nacimiento del bebé, triunfa sobre las posibles consecuencias del estrés prenatal. Las autoras nos acercan los resultados de una investigación (publicada en la revista Biological Psychiatry) en la que se muestra que «los bebés expuestos durante la gestación a niveles elevados de hormonas del estrés, que suponen un riesgo, pueden escapar de este riesgo si sus madres les proporcionan un cuidado amoroso y sensible durante sus primeros años de vida».
Las autoras del libro nos dicen con especial sensibilidad hacia las madres que han pasado por un embarazo tras una pérdida que: «Puede haber otros bebés igual de deseados que los nuestros, pero no «más»; por tanto, no temamos por los ratos que tenemos miedo de perderlos, porque mental y permanentemente estamos pendientes de retenerlo, de rogar a él y a todas las fuerzas y a todas las creencias ¡ que se quede esta vez».
También nos hablan sobre la dificultad y la duda de vincularse o no con el nuevo bebé por miedo a una nueva pérdida, en estos embarazos. Y cómo durante el nuevo embarazo, la mujer se sentirá mucho mejor si cuenta con protección, instrospección y buen acompañamiento. Y nos acerca lo que se ha sido útil a algunas mujeres como que:
La mujer siente que sus pensamientos son irracionales: si se encuentra bien durante este nuevo embarazo, puede pensar que está demasiado bien sin síntomas de embarazo y entonces sufrir por si esto indica que algo no va bien, y que el embarazo no está evolucionando, y temer por la vida del bebé. Sin embargo, si se encuentra mal, puede temer que esto no sea por los síntomas normales de cualquier embarazo (que incluso la comadrona ha podido informarle sobre ellos: como dolores en el vientre en el período inicial de gestación, conforme los músculos de la zona pélvica se desarrollan …), sino que a lo mejor sea una señal de que algo no está yendo bien.
Así, las autoras nos explican que a algunas mujeres «les ha servido aceptar estas reacciones, fluir con el miedo, admitir que no pueden hacer nada para que vaya bien (además de cuidarse) y que la incertidumbre va a estar presente a lo largo de todo el embarazo. Les sirve intentar ver esos pensamientos irracionales como lo que son, identificarlos y observarlos, acompañándolos de comprensión. Identificar lo que sienten, por qué lo sienten, cómo y cuándo ayuda a reducir la ansiedad. Es imposible huir del miedo porque no pueden obviar lo vivido. Muchas madres aseguran que es mejor SACAR TODOS ESOS PENSAMIENTOS FUERA: ELABORARLOS, ANALIZARLOS, Y ACEPTARLOS, ANTES QUE INTENTAR ENTERRARLOS Y ACALLARLOS«.
Las autoras también nombran una caracteristica de estos embarazos: la dificultad o imposibilidad de pensar en el futuro o no querer hablar de él, pues la gestación se ve como una larguísima carrera de obstáculos, una prueba de resistencia dónde no se ve el final o no se ve nada claro el final feliz, o se teme una nueva interrupción de este embarazo.
Resaltan cómo las fechas de visita médica, de ecografías … suelen ir precedidas de algunos días de angustia creciente, pesadillas o ansiedad. Y cómo si la cita ha ido bien, la mujer se calma y siente una tregua en su estado emocional, que puede durar un tiempo limitado, y volver a empezar su angustia si siente que la fecha de la siguiente visita médica qued muy lejos.
Sin embargo también resaltan cómo el miedo, su análisis, nos puede servir para crecer con él y superar nuestras limitaciones, y cómo hay momentos en que nuestra parte racional del cerebro (la que no está encargada de las emociones) le da argumentos al resto de partes del mismo para que se crea que esta situación es diferente, que este es un nuevo embarazo, y que no hay motivo alguno para tener miedo de que la desgracia se repita. Nos hablan de cómo algunos contra-estímulos frente a nuestro miedo, pueden ayudar a la persona a solaparse con el estimulo anterior que nos produce miedo y nos está angustiando, poniendo a nuestro cerebro a trabajar en cosas que le son familiares y agradables, lo que le permite llegar a la conclusión de que no esta en una situación de peligro y disminuir su nivel de alarma. Es decir, ante el temor a la pérdida gestacional que nos asalta de repente, podemos hacer cosas para parar ese pensamiento y las emociones que arrastra, como: llenar nuestro día a día de cosas que nos ayuden a no pensar tanto (a no obsesionarse) en la pérdida, o el miedo a ésta, a distraer nuestra mente y a llevar el embarazo de forma más feliz. Pues como resaltan, es importante aprender a desfocalizar, a tomar cierta distancia de las situaciones y llenar las horas con otras actividades y pensamientos diferentes (haciendo algo), ya que si se vive por y para el embarazo, pasaremos nueve meses de obsesión-compulsión que impidan totalmente disfrutar de esta etapa tan bella que es nuestro embarazo.
Por ejemplo: incluso en un embarazo tras una pérdida, la propia comadrona puede haber informado a la nueva gestante que si no hay manchado, es recomendable y la mujer puede dar paseos de hasta una hora (siempre y cuando no haya contraindicación médica que asi lo desaconseje; igualmente la madre también puede distraerse realizando una nueva «Caja de Recuerdos» con cosas para su bebé, igual que antes pudo hacerlo con su bebé que perdió, pero ahora con objetivo diferente: será una caja de recuerdos para la vida: con todas las cosas que para la mamá constituyan recuerdos de la vida de su hijo: el test de embarazo con el resultado positivo, un diaro dedicado a su bebé, que algún día podrá enseñarle a su hijo, todas aquellas cosas que cada mes que pasa sean un triunfo para la mamá gestante y su bebé…) y realizar todos aquellos símbolos o rituales de bienvenida al nuevo bebé que está en el vientre, que le sirvan a la mamá para vincularse con su bebé (algo que incluso en el caso de repetirse de nuevo un final desgraciado, como la muerte de este bebé, haría que quedaran estos recuerdos, que harían que el duelo fuera más llevadero.
Estas autoras resaltan como «La PSICOTERAPIA puede ayudar mucho a rebajar los estados de ansiedad, recuperar la calma y disfrutar del momento, habiendo procesado y elaborado la pérdida anterior. Siempre habrá algo de miedo, es inherente a la vida, pero el miedo paralizante no es algo propio del estado «normal» del ser humano». En estos casos, el acompañamiento profesional consistiria básicamente en escuchar, validar y responder a las necesidades de la pareja en estado de buena esperanza tras una pérdida gestacional anterior. E incluso, cuano el miedo y la angustia se instauran de forma muy fuerte en la madre, es adecuado buscar ayuda profesional, para trabajar el trauma» (posiblemente que se arrastra de la anterior pérdida).
Nos hablan de CUÁNDO BUSCAR UN BEBÉ DE NUEVO TRAS UNA PÉRDIDA GESTACIONAL:
«Gary E. Vorgel, psicoterapeuta y padre de una niña que murió antes de su nacimiento, comenta que para reducir el impacto de la pérdida y reducir ese miedo es importante no lanzarse a buscar otro embarazo hasta que se hayan superado antes otras etapas posteriores a la pérdida. Es importante que la pareja haya tenido la suficiente distancia emocional de su pérdida para poder hacer frente a otro embarazo y que busque a otro bebé como algo más en sus vidas, y no algo para ayudarle a buscarle un sentido a sus vidas. También para no intentar reemplazar al bebé muerto, sino que quieran otro niño/a y se aprovisionen de un SISTEMA DE APOYO que les pueda dar AYUDA ADICIONAL EN EL SIGUIENTE EMBARAZO. Asimismo, sería adecuado que comprendieran los riesgos que implica estar embarazada de nuevo y las emociones que pueden re-surgir».
Nos explican que lo anterior, este trabajo psicoterapéutico, a menudo no se hace antes del nuevo embarazo y lo que está pendiente por resolver emocionalmente, saldrá a la luz de todas formas, pues no es algo que pueda saltarse. «De hecho cuando esto sucede, la mamá con frecuencia se encuentra en pleno embarazo y siguiendo las etapas del duelo (de su anterior pérdida) que no cesan de sucederse tras el nuevo positivo».
«El duelo, la angustia, el miedo … siempre estarán ahí, pero la madre tiene en este nuevo embarazo la oportunidad de fijarse en todos los momentos que el bebé le brinda. Sentir cómo el nuevo bebé se va formando y va haciendo crecer su barriga y cómo esos instantes incrementan la conexión con él/ella, proporcionando espacios de mucha alegría. Sentir que puede crecer vida, que tiene posibilidad y que quiere disfrutar de este bebé. Este momento presente donde el bebé esta vivo en su interior».
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