Nos han enseñado desde pequeños que antes de pedir hay que dar y siendo consecuentes con esta creencia, en ocasiones no aprendida de la mejor manera, ser egoísta no es malo, siempre y cuando no dañemos a los demás.
Si además esta creencia la extrapolamos a una persona con proyección pública, prácticamente es imposible plasmar lo que hoy quiero compartir, pues va asociado intrínsecamente a su cargo, ser objetivo de toda opinión dentro y fuera de su organización.
¿Cuantas veces y tiempo te has pasado solucionando, aportando y dando respuesta a las necesidades de los demás sin atender las tuyas propias?
¿Cuánto tiempo llevas esperando a que llegue tu oportunidad? Y ¿Cuántas veces llega implícita a concesiones?
¿Donde queda tu parte de integridad?
Efectivamente nadie cuando te solicita algo, manifiesta que quiere que abandones tus planes, es precisamente por ser quien eres, por lo que estás en ese lugar y con esa responsabilidad, y esa diferencia que marcas es uno de los motivos por los que te encuentras en dicha situación.
Los extremos no van avalados por muchos y los puntos intermedios son percibidos como mediocres, entonces que ¿decisión tomar?
No se puede complacer a todos y arriesgarse es asentar los valores de uno.
Serte fiel, es mantener la vocecita interna en silencio.
Serte fiel es ser egoísta, y egoísta es igual a saber decir no cuando una propuesta no va alineada contigo, ser egoísta es aprender a pensar en ti primero, pues no podrás hacerte cargo de nadie si antes no te ocupas de ti, ser egoísta es buscar la formula para seguir haciendo.
Lo curioso es que cuando decides que tú eres lo primero, los demás te aprecian más y se acercan más a ti. Ser egoísta no es lo mismo que ser mezquino, de modo que sigue adelante y recuerda: ponte a ti primero.
“Uno no es político para que le voten, uno hace política y por ello le votan”
Fuente: Coaching Politico