Parece que está de moda hablar del coaching sistémico, de las constelaciones organizacionales, del team building etc.
Curiosamente sólo se emplea esta terminología empresarialmente y cuando se hace a nivel individual se hace en cierto modo con una cierta connotación despectiva como cuando etiquetamos el life-coaching, gran error por nuestra parte al hacerlo, dado que ahondar en lo que es la persona y evaluar dónde se encuentra sistémicamente en el mundo nos reporta las claves de su desarrollo en la organización.
De nada nos sirve ahondar en las constelaciones organizacionales y en cómo construir un equipo orientado a conseguir sus objetivos, si no hemos trabajado individualemente a cada participante del equipo y hemos averigüado el lugar que ocupa sistémicamente no sólo en la empresa sino en su entorno, familia y en el mundo.
Discrepo de aquellos que pretenden dividir no así complementar el coaching, y orientarlo exclusivamente a la empresa o nivel ejecutivo, executive coaching, del llamado life coaching, quizá más por motivos de marketing oportunista; en mi opinión es no saber utilizar una herramienta tan poderosa como la mayeútica en beneficio de la persona vista integralmente e integradamente, en su esfera personal y profesional; así como en el mundo.
Quizá si muchos de los profesionales del coaching en lugar de focalizar exclusivamente el coaching a nivel empresarial lo hicieran coincidir en ciertos puntos con el desarrollo de la persona muchos mejores resultados se obtendrían.
Quizá si nos preguntásemos, nosotros como coachees, ¿Cuál es la razón personal por la cual este coachee no es capaz de llevarse bien con su jefe? encontraríamos muchas veredas a preguntas que nos posibiliten que él mismo encuentre el árbol de la vida, las raices de su intesante vida, tanto de aquella parte que se ve iluminada por los rayos del sol, como de aquella a la que el árbol da sombra.
Cuantas veces, por no decir en la mayoría de los casos, los problemas que afloran laboralmente devienen de la personalidad del coachee, de las relaciones y experiencias que ha vivido con sus padres, abuelos y hermanos.
Cuantas veces al igual que nos llevamos con nuestros hermanos nos llevamos con nuestros colegas, y cuando solucionamos los roces con unos se mejoran considerablemente las relaciones con otros.
Cuantos de nosotros hay que se llevan a matar con su jefe, y van concatenando este tipo de relación durante toda su vida laboral, hasta que un buen día se dan cuenta gracias al coaching que la relación con su padre no era todo lo idónea que debió ser, y es momento de solucionarla.
Cuantas veces el no aprender a tolerar la frustación a determinadas situaciones vividas en la infancia hace que nos convirtamos adultos no con todas las etapas emocionales integradas.
Muchos, llegamos a adultos por simple hecho de cumplir años, en cambio pocos han vivido las etapas emocionales que corresponden a su edad y ello finalmente aflora en todos los aspectos de la vida.
El Coaching, la vara que porta el ciego que es acompañado por el lazarillo, sirve para que el coachee toque dónde está el problema, él mismo aún ciego sabrá como esquivarlo, o encontrar vías para seguir adelante.
Nosotros los lazarillos de la nueva era no quitamos las piedras del camino, para ello están los profesionale especializados, simplemente estamos ahí caminando con los ciegos.
Ya lo díce el dicho popular castellano: No hay más ciego que aquel que no quiere ver, de ahí que se precisen lazarillos para acompañar en el camino.
Los tiempos no cambian, cambiamos nosotr@s, afortunadamente.
Ahora no existen los lazarillos, no somos lazarillos, o quizá sí.
Un abrazo. Mari Cruz
Fuente: Cruz Coaching