Mucho se ha hablado del para qué de nuestra existencia, algunos a lo largo de la vida encuentran bifurcaciones en el camino que les llevan a estar más cerca de su para qué en este mundo, otros sin embargo viven el momento sin pensar más allá, lo que llamamos «carpe diem», el grupo mayoritario vive la vida que se supone le toca vivir, porque para qué complicarse en buscar más allá.
Según los diferentes niveles neurológicos para llegar al estadio de la trascendencia o el para qué último de nuestra existencia habría que haber superado el trabajo con los estadios anteriores, comenzando por cómo vivimos la adecuación al entorno de nuestro día a día, el modo de asumir nuestras conductas y comportamientos, analizar cómo son nuestros recursos y qué capacidades tenemos o podemos desarrollar, establecer una relación del porqué de nuestros valores y creencias, para seguir una vez superadas estas con nuestra identidad o esencia en estado puro.
Existen otros diferentes modos de llegar a saber quién soy yo, según se desprende de los chakras, o rueda energética que se inhala a partir del nacimiento de cada persona, cada chakra está interconectado con el resto y esto hace que hagan fluir la energía que llega a nosotros y la que emanamos al exterior, cuando la energía fluye se díce se produce el ascenso de kundalini.
El ser humano percibe por medio de siete bandas o frecuencias energéticas, que provienen de determinados órganos o glándulas endocrinas diferentes, la energía que proviene de otras personas.
El sistema endocrino es uno de los mecanismos de control físico del cuerpo por medio de las sustancias que segrega, que unido al sistema nervioso hacen que canalizado podamos encontrar un equilibrio por medio de nuesto autoconocimiento.
Las glándulas suprarrenales son las que rígen el chakra raíz, que potencia nuestra supervivencia individual, son las que se ocupan de nuestra respuesta física a los ataques, respondiendo mediante lucha o huída.
El chakra del sacro es regido por las glándulas reproductoras, son responsables del desarrollo de la voz, de la cantidad de vello en el cuerpo, producción de esperma y óvulos.
El chakra del plexo solar está relacionado con el páncreas, que fomenta la digestión y ayuda a controlar el nivel de azucar en la sangre, una disfunción de este suele ser la diabetes. La llamada adrenalina que aparece cuando sentimos miedo y no sabemos canalizarlo positivamente. Cuando no funciona correctamente solemos padecer úlceras. Es dónde encontramos el ego humano.
El timo está relacionado directamente con el chakra del corazón, suele producir hormonas que estimulan el crecimiento en las primeras fáses de vida, además de la producción de linfocitos que forman parte del sistema defensivo del cuerpo humano. Mucho se está investigando y la mayoría de la élite científica ha llegado a la conclusión de que las enfermedades inmunológicas en las que el sistema inmunológico ataca a sus propias proteinas confundiéndolas con otras sustancias, tiene relación directa en cómo gestionamos nuestras emociones.
El chakra de la garganta está relacionado con la glándula tiroides, la sustancia que fabrica controla la tasa metabólica corporal, la eficacia con la que el cuerpo convierte el alimento en energía. Controla el nivel de crecimiento físico y mental. Corresponde al enfoque racional del cerebro con la expresión emocional del corazón. Relaciona coherentemente integrándolos pensamientos y sueños.
Como sabéis la parte izquierda del cerebro o racional se conecta con el hemisferio derecho que rige la parte más emocional por medio de la amígdala, siendo su reflejo en la parte contraria en el cuerpo, ya que la parte derecha del cuerpo es regida por el hemisferio izquierdo del cerebro y viceversa. De aquí que ancestralmente se diga que el corazón es emocional.
El chakra del tercer ojo regido por la glándula pituitaria que influye en el crecimiento, el metabolismo, y la química corporal; también asociada a la generación de contracciones en el parto y la liberación de leche durante la lactancia.
La glándula pineal se relaciona con el chakra de la corona, es el que regula la melatonina que permite la regulación interna del cuerpo.
La evolución adecuada de cada uno de estos chakras debiera darse cada siete años más o menos, para así finalizar con el chakra del tercer ojo cerca de la mitad de nuestra vida, lo que en occidente llamamos la crísis de los cuarenta que una vez pasada se supone tendremos todos los chakras en armonía, si no es así habría que hacer una revisión de cómo están interconectados y cómo fluye la energía.
Se obvia en muchos casos el último ya que es un estadio al que no es fácil acceder y muy pocos lo alcanzan.
Paralelismos encontramos con la evolución biológica y psicológica de las personas ya que se supone que antes de los siete años se ha de haber aprendido a huir o afrontar los problemas que aparecen en el medio; en la siguiente etapa entre los siete y adolescencia se han de romper los patrones de los padres y posteriormente se ha de ganar autonomía como individuo …
Por lo tanto el número siete cabalístico en muchas ocasiones en la historia cobra especial relevancia cuando no sólo lo ponemos a nuestro servicio como medio de autoconocimiento por medio de los chakras, si no poniéndonos al servicio de los demás situándonos en el lugar en el que verdaderamente están evolutivamente otros, generando una comprensión mucho mayor de lo que percibimos en los demás.
Como broche os dejo una bonita historia acerca de la germinación del bambú.
Un abrazo. Mari Cruz
Fuente: Cruz Coaching