Hace mucho que no recomiendo algún libro, y revisando los ya comentados me dí cuenta que no os había hablado de uno magnífico «Los cuatro acuerdos» de D. Miguel Ruiz, un excelente médico mexicano que profundizó en la sabiduría de los toltecas.
En este enriquecedor libro el autor narra como siguiendo estos, en principio sencillos cuatro acuerdos, poder lograr la serenidad y equilibrio de espíritu para tener armonía de mente, cuerpo y emoción.
Aunque os los voy a comentar por encima para que los tengáis en mente a partir de ahora por si no los conocíais, si os recomiendo su lectura ya que del libro se desprenden muchos aprendizajes. Los cuatro acuerdos son los siguientes:
– Se impecable con tus palabras.
En principio sencilla recomendación, aunque en verdad no lo es o lo parece si tenemos en consideración que ya existe de hecho una ramificación dentro del coaching, el llamado ontológico que se dedica casi en exclusiva a la ontolología del lenguaje, y cómo por medio de la modelación de nuestro lenguaje podemos cambiar lo que somos y cómo el uso del lenguaje determina nuestros comportamientos y emociones.
En cierto modo hablar integramente, asumiendo todo aquello que decimos o que dejamos deducir al otro, el no comunicar en muchas ocasiones redunda en malosentendidos que se evitarían si todos tuviéramos la confianza en los demás.
El decir sólo aquello que se quiere comunicar, de modo auténtico, sencillo, humilde, claro y certero, provoca cambios no sólo en nuestras emociones y como las vivimos sino en nuestros comportamientos cotidianos; si no mejor haz la prueba tu mismo y procura cambiar el modo en el que te comunicas con los demás a diario, las palabras que utilizas, cámbialas a partir de hoy y procura ser mucho más amable, y reformular tus frases hechas, verás los resultados.
Bueno y aunque estamos hablando sólo de palabras, dado que a mi me gusta especialmente trabajar también la PNL, yo recomendaría también cambiar en la medida de lo posibe el lenguaje que todos percibimos y no escuchamos aunque si sentimos, nuestro lenguaje no verbal que es muestra o indicador de lo que sentimos, de nuestras emociones.
-No te tomes nada personalmente.
Es un modo de expresar que no les demos a los demás el poder de hacernos sentir culpables, de hacernos daño, o de cambiar nuestro estado de ánimo con sus opiniones, juicios, comentarios o expresión de sus sentimientos.
Todo aquello que los demás hacen, dícen o sienten es exclusivamente decisión suya, no tuya; está en tu mano gestionarlo, considerandolo como una simple variable más a tener en cuenta dentro del conjunto de comentarios y expresión de sentimientos que recibes de los demás.
En muchas ocaciones no son opiniones directas contra nosotros, simplemente no han sabido expresarse de modo claro y son fruto de estados emocionales alterados y hemos de ser conscientes de ello, ya que nosotros si podemos asumir como gestionar lo que nos llega del exterior.
– No hagas suposiciones.
Existe un viejo dicho castellano que expresa algo parecido, y díce así creo recordar «De lo que te cuenten no creas nada y de lo que veas la mitad«. Dicho de otro modo, mejor no comenzar un bucle de pensamientos que se enquistan sin llegar a nada productivo para tí o para otros, salvo un poso de rabia o ira contenida. Ya que todo depende del cristal desde el que se mira el mundo.
Si recibimos un comentario de una persona con un estado emocional no estable probablemente nos llegará distorsionado provocando en nosotros una reacción perjudicial a la larga para todos, e incluso siendo una persona estable su percepción es diferente a la tuya y a la de los demás, de ahí que esté en tus manos saberlo parar a tiempo, no suponiendo, vaciándolo de la emocionalidad del emisor.
Es mucho mejor no suponer de antemano y procurar recibir opiniones contrastadas en todas las facetas de la vida y dotarles del nivel de credibilidad adecuado. Hace tiempo publiqué un cuento que viene a colación, seguro que la mayoría lo conocéis, Las tres preguntas.
– Haz siempre lo máximo que puedas.
O dicho de otro modo, «Always do your best». El procurar hacer lo máximo y lo mejor que se pueda todo aquello en lo que participamos redunda no sólo en nuestro beneficio sino en el de los demás, generando un ambiente de cooperación y colaboración contínuo que atrae lo mismo de los demás.
Quizá sea lo máximo y lo mejor para ese preciso instante, con los recursos con los que cuentas, y teniendo en cuenta el nivel evolutivo en el que estás y el que están el resto; ya que quizá tiempo después te des cuenta que la mejor decisión hubiera sido otra, da igual.
Lo interesante no es arrepentirse de haberlo hecho, sino actuar conforme a nuestro mejor saber y entender en ese momento y con las circunstancias que teníamos a nuestra disposición. Ya lo decía Ortega y Gasset «Yo soy yo y mis circunstancias».
Espero que el haberlas comentado sirva para animaros a leer este magnífico libro, o para procurar pequeños cambios en vuestro día a día que a buen seguro redundan en unos hábitos mucho más saludables para vuestra mente, cuerpo y alma.
Un abrazo. Mari Cruz
Fuente: Cruz Coaching