– ¿Qué puedo hacer apreciado maestro para amar a mi prójimo? le preguntó el discípulo.
– Deja de odiarte a ti mismo, respondió el maestro.
El discípulo meditó en soledad seriamente esas palabras durante muchos meses y regresó de nuevo:
– Es que si yo me amo demasiado a mí mismo, entonces soy un egoísta y un egocéntrico maestro… ¿Cómo puedo librarme de ello?
– Sé amigo de ti mismo primeramente y tu yo quedará satisfecho, y una vez hecho, te dejará en libertad para amar a tu prójimo.
Un abrazo. Mari Cruz
Fuente: Cruz Coaching