El artículo mensual de la coach Iciar Piera Iglesias fue titulado “Nos programan para ser infelices”. Creo que mi proceso de reflexión personal comenzó de inmediato, tan solo con leer el título. Pensé. Imaginé, dudé, descubrí… revelé en mis pensamientos que si… que actuamos muy en base a la programación que está fijada de forma indeleble en nuestra mente, y que de manera inconsciente dirige nuestros pasos a través de creencias y paradigmas. Muchas de las circunstancias que vivimos, por no decir todas, son producto precisamente de esa programación, de esas creencias que establecen los parámetros de nuestros pensamientos, de nuestras obras, de nuestras metas, de nuestros logros.
En meses pasados escribí una nota titulada “El éxito no es casualidad”, y me refería a cuáles eran las características principales que crean alguna diferencia en la estrategia que usaron algunos de mis amigos para alcanzar su progreso. Entre ellas, hice mención a un factor común que siempre encontraremos en ellos… todos, sin excepción, están comprometidos en su búsqueda por la felicidad.
Y al hacer reflexión y memoria sobre esta característica, puedo visualizar en ellos el empeño constante por ver el lado positivo a las cosas, por enfrentar los problemas viéndolos como oportunidades, teniendo claro que concentrarse negativamente en ellos solo les traerá ansiedad, depresión y pérdida de tiempo, por ello, se enfocan en extraer los aprendizajes de ellos, visualizar las soluciones y actuar con actitud positiva en busca de los resultados.
Ahora, volviendo a nuestro tema principal… Pensar y reaccionar así no es casualidad!… en algunos casos, la programación favorece ese enfoque, permite que pensemos y actuemos positivamente, ya que el ambiente y la sociedad en la que nacimos y crecimos (hablo de sociedad partiendo desde el mismo seno familiar) promovió en nosotros el pensamiento positivo, la búsqueda de la luz en la oscuridad y la decisión y compromiso personal de seguir en la luz.
Pero, seamos francos: no siempre es así. Estos son pocos afortunados casos porque, entendamos bien, esa “sociedad” o ambiente en el cual nacimos y crecimos, también es el resultado de un ambiente o sociedad previa, que ha propuesto y promulgado sus propios paradigmas con el único propósito (benevolente) de dar oportunidad a la sucesión de ser feliz.
Pues si… no siempre es así. Somos seres humanos llenos de condicionamientos producto de lo que recibimos desde niños. En base a ello, emprendemos nuestro camino llenos de fe y esperanza en que nuestras creencias conscientes nos llevarán a ser felices. Poco a poco, a través de los años y los “daños”, te vas dando cuenta que “la vida no era así como te la pintaban”, sino que tiene otros matices que normalmente desconoces, pues no forman parte de tu bagaje mental, de tu consciencia sobre las cosas. Y te das una y otra vez con la misma piedra… y sigues culpando a… ¡la piedra!
Un buen día, después de muchos tropiezos y caídas, en algún momento de esos que nunca querías enfrentar, te cuestionas a ti mismo y te preguntas: ¿Seré yo?… ¿Por qué soy así?… ¿Por qué actúo o reacciono así?…
Pues bien, mi querido lector, las respuestas a estas preguntas las tienes tú “en la punta de tus labios”: “Si… eres tú y ese eres tú”… “Eres así porque desde que eras un pequeñín te enseñaron, te recetaron y te programaron para ser así”… “Actúas y reaccionas así, porque esa es la única forma que sabe actuar tu mente de forma inconsciente”
José Luis Montes (Puertollano, 1965), autor de “El hombre que tuvo la fortuna de fracasar” comenta que “Desde pequeñitos nos llenan la cabeza […] de cómo hemos de vivir la vida. Nos meten miedo, diciéndonos que estudiemos ciertas carreras universitarias para no pasar hambre. Nos condicionan para triunfar a toda costa, para tener respetabilidad, para tener dinero… Te venden que cuando hayas subido esos escalones entrarás en el «templo de la felicidad».
Todo lo que nos sucede en el camino de nuestras vidas tiene una razón y una justificación. No importa cuán difícil y dolorosa haya sido, esa “triste circunstancia o hecho” sucedió por algo, y nosotros, cada uno de nosotros, somos responsables de esos hechos y de cómo reaccionamos y actuamos en torno a ello. Cada sufrimiento nos da la oportunidad de darnos cuenta de cuál es la causa de nuestros constantes tropiezos. Pero nuestra tendencia es evadir. Tendemos a evadir nuestras fallas, y a echarle la culpa a otros de nuestros desaciertos, sin hacernos cargo de nuestro accionar.
Colin Tipping, en su excelente libro El Perdón Radical, habla de “considerar la posibilidad de que todo ocurre por alguna razón y de que no hay errores”. En ese sentido, percibir las circunstancias tal y como sucedieron, aceptando que no nos ocurrió a nosotros sino que ocurrió para nosotros. De esa manera, comprenderíamos que eso tenía que ocurrir exactamente como sucedió por el bien supremo de todos los involucrados y que nuestro yo superior atrajo esa experiencia en nuestra vida para propiciar nuestra sanación y nuestro crecimiento espiritual.
Tomar consciencia es el inicio de la asunción de la responsabilidad personal. Al tomar consciencia comenzamos a cuestionar las creencias que nos han sido impuestas por la sociedad y nos damos una oportunidad para empezar a seguir un camino propio y “consciente” en nuestra vida.
Para tomar consciencia, es necesario que te expreses… pero las palabras por sí solas no funcionan si éstas no tienen una clara una intención. Y tu intención es crecer y hacerte consciente de ti mismo, entonces… ¡Exprésate! Considerando los puntos que aquí te presento:
Ilumina el conocimiento: lee, escribe, comparte con personas relacionadas con el crecimiento personal tus experiencias, impresiones, inquietudes y problemas. Abre tu corazón, recuerda que hay mucha sabiduría y energía positiva aún en quien menos lo esperas.
Deleita la imaginación: Activa tus sueños, deja que te inunden con bellas sensaciones, quítale las barreras, permíteles crecer, iluminar tus momentos difíciles, hazlo sin miedo, piensa en positivo aún acerca de las situaciones más difíciles. Ser soñador no es malo, lo malo puede ser vivir de la fantasía, y estoy seguro que sabes cuál es la diferencia entre esto.
Mueve las pasiones: en ese proceso de entrar en consciencia, llegarán a ti momentos muy emotivos, rabias, dolor, pesar; pero también alegría, felicidad, risa, etc. ¡DEJA QUE FLUYA! Deja que tus pasiones se expresen, atrévete a confrontarlas, deja que ellas te permitan ver el por qué de las circunstancias… allí descubrirás que tú no eres víctima de ellas… sino protagonista…
Influye sobre la imaginación: el accionar de tus pensamientos positivos influye sobre tus emociones y por ende sobre tus reacciones. Percibe las circunstancias tal y como sucedieron, aceptando que no nos ocurrió a nosotros sino que ocurrió para nosotros. Elige estar en el lado positivo del problema e imagina los beneficios que esa situación, a corto o largo plazo, podrá ofrecer a tu vida.
Los dejo con una breve reseña del escritor Eckhart Tolle, en su libro “Una Nueva Tierra”:
“Cuando el ser humano tiene un cierto grado de Presencia, de atención y alerta en sus percepciones, puede sentir la esencia divina de la vida, la conciencia interior o el espíritu de todas las criaturas y todas las formas de vida, y reconocer que es uno con esa esencia y amarla como a sí mismo”. Esta es una hermosa y clara forma de decirnos que está en nuestras manos comenzar a vivir en un estado consciente, en el cual podremos sentir y vivir de la forma en que nuestro corazón y alma quieren vivir, convirtiendo la visión de nuestros problemas en oportunidades, reconocer el malestar que vivimos y hacer de ello un gran poder para corregir y seguir adelante en nuestro camino a la felicidad.
¡Un abrazo para todos!