No pretendo hacer plagio del magnífico blog de Iñaki, tranquilos. Aunque algo del tema que él trata hay. En esta ocasión la entrada es muy personal, nada que ver con los temas a los que os tengo acostumbrados.
He de deciros que estoy pasando por una racha etapa un poco «chunga», lucho como Don Quijote contra los molinos gigantes día tras día, y el saber que a final de mes voy a cobrar una nómina (más que modesta, os lo aseguro) no compensa mi esfuerzo. Aquellos que estén en el paro pensarán «de qué se queja esta, que tiene la suerte de tener trabajo»…
Pues sí señores, me quejo. Me quejo porque dejarme la piel y el alma no es suficiente. Me quejo porque me duele saber que valgo para mucho más de lo que hago a diario y podría dedicar todo ese esfuerzo a ayudar a los demás y vivir de ello. Y me quejo porque no hay oportunidades para hacerlo.
Hasta ahora tener el blog me ha ayudado a alimentar ese sueño de trabajar en lo que de verdad me gusta, pero veo pasar el tiempo y sigo como al principio. Aprovecho este momento para destacar el autoanuncio que puse en la parte derecha del blog (¿será que no lo he destacado lo suficiente?).
He sido muy activa en las redes sociales, gracias a ello he conocido a personas generosas que no han dudado en darme sus consejos cuando los he pedido. Pero soy realista y veo que también hay mucho humo y que cada uno arrima el ascua a su sardina como es natural.
Uff parece que estoy escribiendo una despedida, y no es esa mi intención. Sólo quiero deciros que si veis que publico menos es porque estoy pasando una verdadera «crisis ocupacional». De estas cosas se sale más fuerte y es mi consuelo, pero mientras tanto cómo duelen…
A quien haya aguantado leer hasta aquí, muchas gracias. Los que hayáis pasado por lo mismo sabréis comprenderme y perdonar este desahogo bloguero.