Una pregunta que muchas madres y padres que se hacen al sentir que pasa el tiempo y que la pérdida del bebé no se ha superado, es entender su sufrimiento, y la intensidad tan profunda de éste para uno o los dos miembros de la pareja.Para aclarar esta cuestión os acerco unos párrafos parcialmente extraídos y adaptados de «Una guía para padres sufriendo un aborto: Una Memoria Demasiado Temprana«, de Pat Schwiebert, RN.
La mayoría de personas suponen que perder a un bebé en el primer trimestre del embarazo es más fácil que perder a un bebé al final del período de gestación. Esto puede o no ser cierto, dependiendo de la persona. Sin embargo eso no importa, es decir, a la madre/padre comparar su sufrimiento con el de otra persona y pensar que el suyo «es menor» no va a ayudarle a que se sienta mejor. El sufrimiento por la pérdida al principio del embarazo no es necesariamente más fácil, sino que es diferente.
El primer trimestre del embarazo puede ser un tiempo confuso y extraño, y la madre puede encontrarse en una montaña rusa de sentimientos. En un momento se siente emocionada; al siguiente segundo se puede sentir alterada y ansiosa. Al quedarse embarazada puede sentir el cumplimiento de un deseo, y como deseo puede ser maravilloso, sin impedir que cuando se convierta en realidad aparezcan otros sentimientos o momentos breves de dudas y de cuestionarse su maternidad. La madre es entonces cuando de repente se puede plantear preguntas como: ¿Qué le he hecho a mi vida?, ¿Seré buena madre?, ¿Me/nos llegará el dinero para alimentar al bebé?, ¿Es este el momento para estar embarazada?.
Si su bebé muere en esta etapa tan temprana del embarazo, cuando la incertidumbre es normal, el sufrir esta muerte puede añadirse a ésta confusión que ya existía y sentía la futura mamá. Y de ahí pueden aparecer nuevas confusiones, a partir de comentarios de amigos/familiares cercanos con buenas intenciones que en ocasiones expresan a los padres, a la madre, que no se sienta tan mal, y que no piense/n demasiado acerca de lo que les ha sucedido.
Parte de lo que esta madre está sintiendo son cambios hormonales que ocurren hacia el final del embarazo, sin importar que el resultado de éste (sea un parto o un aborto). Y estos cambios hormonales pueden asustar mucho a la mujer (más si desconoce que sus cambios están afectados en parte a la «revolución hormonal» que ha supuesto su estado de embarazada a dejar de estarlo). La madre y/o el padre pueden sentirse muy solos, en una sociedad que generalmente no cree que un aborto es una gran pérdida. Puede ayudarles si sienten confianza en que sus sentimientos son ahora, en ese momento, normales y naturales para su estado de duelo por la pérdida de su bebé.
Si la persona siente que había algún problema con el embarazo desde un principio, hay papás o mamás que pueden sentir alivio después de haber perdido al bebé. A pesar de que la pérdida sigue siendo una mala noticia, ahora ya no tiene que sentir ansiedad por un embarazo con el que sentía «que algo andaba mal». Pero pocos pasos detrás de ese alivio inicial, pueden venir sensaciones de destrozo total y de culpa para esta madre. Y estas emociones, aunque puden llegar a ser «aterradoras» y duras, son naturales y normales dentro de su proceso de pérdida.
Cuando una persona se intenta proteger de la posibilidad de sufrir y del dolor (por ejemplo intentando no vincularse con un bebé en el que parece que «algo no va bien» en su embarazo) es cerrarse a la posibilidad de ser feliz, de disfrutar (con ese embarazo). Inevitablemente cuando una persona ama profundamente deja su corazón abierto a la posibilidad de que entre el dolor de una decepción. En una u otra forma de sentir influyen muy diversos aspectos de la persona (en cada uno de los padres): antiguas experiencias de pérdidas, la personalidad de cada uno de ellos, su propia historia personal e infancia, la edad que tengan …
Veamos a continuación algunos aspectos sobre las causas de los abortos y la vivencia de estas pérdidas de embarazo con respecto a décadas anteriores.
Existen varias razones por las cuales tener un aborto puede ser demasiado difícil, especialmente en el comienzo del mismo. Muchas veces el aborto empieza con sangrado, primero poco, y después en ocasiones puede llegar a bastante, produciendo un aumento gradual de la ansiedad (en la madre fundamentalmente, pero también en el padre). A veces además se acompaña de dolor, y el dolor puede ser más fuerte (magnificarse o aumentar su intensidad facilitado) si la mujer asustada por lo que todo lo que le está pasando. La madre puede tener un deseo muy intenso de detener lo que le está sucediendo, pero le dicen que no hay nada que hacer, ni nadie que le pueda ayudar a prevenir este final no deseado. Puede sentirse desesperada, impotente, molesta, dolida y muy sensible. Un minuto antes estaba embarazada, y ahora, un minuto después le han informado de que ya no lo está, que su bebé ha fallecido.
En algunos casos no ocurre ningún sangrado, y los padres solamente conocen la pérdida de su embarazo en el consultorio del ginecólogo, cuando menos se lo esperaban, sino que iba a ser un momento para todo lo contrario (pensaban que iban a ver a su bebé a través de una ecografía), de alegría, frente a la realidad de la inmensa y profunda tristeza que empiezan a sentir. El médico descubre que el bebé ha fallecido al no encontrar los latidos de su corazoncito, o al no encontrar movimiento del mismo al hacerle una sonografía (ultrasonido o ecografía). En estos casos el shock es repentino, y la muerte inesperada del bebé puede causar que la pena se intensifique.
Todas estas reacciones a la pérdida de un embarazo son en ocasiones algo diferente a la que podían sentir nuestros abuelos. Ellos no hablaban en sus conversaciones de estas pérdidas por aborto. Y no es que lo sintieran menos, ni que les importara menos que a nosotras la pérdida de su embarazo, sino que muchas de nuestras abuelas ni siquiera sabían que estaban embarazadas hasta que su período se retrasaba mucho y empezaban a sentir los primeros cambios en su cuerpo. No habían tantos avances tecnológicos como ahora, y no podían ver a sus bebés en ecografías. A veces perdían el embarazo sin saber que estaban embarazadas. En algunos casos pensaban que estaban teniendo una menstruación bastante fuerte, cuando en realidad era un aborto. Para muchas de ellas la unión y conexión entre madre e hijo/a no había empezado, y el impacto emocional era menor.
Por otra parte, con la tecnología sofisticada de reproducción, hoy en día una mujer puede saber días después de que no le haya llegado la menstruación si está o no embarazada. El ver al bebé con la ayuda de un ecógrafo y el escuchar los latidos del corazón es un momento emocionante para los padres que esperan su llegada (además de un momento clave de unión de algunos padres con su hijo/a), como un punto de cambio o establecimiento en el sentimiento de vinculo con su bebé. Así que en estos tiempos modernos uno llega a encariñarse con el bebé en una etapa del embarazo mucho más temprana que nuestras abuelas (al poder conocer antes de la existencia de nuestro bebé). Esto influye en cómo los padres sienten esta pérdida con mucha intensidad y más profundamente en estas etapas iniciales del embarazo, pues realmente la sienten como lo que es: como una pérdida de un hijo que han comenzado a amar.
Además, ahora que sabemos mucho más que nuestros abuelos acerca de la programación de los embarazos, nos hemos hecho a la idea de que también podemos controlar su resultado. Pero desafortunadamente, eso no siempre es cierto, y el descubrir esa realidad puede causarnos más dolor, ante el sentimiento de impotencia de no poder haber hecho nada para impedirlo.
Porque: ¿Qué es un aborto?. Un aborto es la pérdida de un bebé, pero también es la pérdida de un sueño, la pérdida de un futuro (junto a nuestro hijo), la pérdida de la inocencia (de sentir, creer, pensar, que todo va a ir bien), la pérdida de control, la pérdida de una relación (con un hijo perdido), la pérdida en ocasiones de la confianza de la mujer en su cuerpo, la pérdida de un «resultado» esperado: la creación de una familia junto al bebé perdido…
Cada vez que perdemos algo o a alguien en quién hemos invertido tiempo, dinero, o emociones, «penamos» esta pérdida. Así que cuando uno siente pena después de un aborto, no solamente sentirá el duelo por la pérdida de un bebé muy especial, sino también otras pérdidas relacionadas al bebé. Y mucho tiempo después de que se ha despedido inicialmente de su bebé, los problemas y preocupaciones relacionadas con esta experiencia pueden continuar perturbando especialmente a la madre (que tuvo a su bebé dentro). Por ejemplo: continua su vivo deseo de tener un bebé, una relación que está pasando dificultades con su pareja porque no sentían suficiente apoyo durante los tiempos difíciles al perder a su bebé, sentir que ya no le tiene confianza a su cuerpo, y que no existen garantías en este mundo, entre otros aspectos difíciles que puedan unirse en su vida.
Algunas emociones que puede sentir durante su duelo son: incredulidad, sentimientos depresivos (o de bajo estado de ánimo), culpa, ansiedad, soledad, pérdida de amor propio, vergüenza, amargura-rabia, desilusión, sentirse olvidadiza, pudor, desorientación y tristeza.
Al comienzo los cambios de emociones en la mujer pueden dejarla totalmente «alterada» emocionalmente. Quizá encuentre que se ríe primero, y minutos después llora a cántaros. Y hay que tener en cuenta que el proceso de duelo es totalmente personal en cada persona, es decir, cada madre y padre lo vive de una forma totalmente personal y única (aunque comparta factores con el duelo de otras personas; es importante evitar las comparaciones con el otro miembro de la pareja o con cómo lo vivieron otras personas que conozcamos hayan pasado por este proceso) .
Existen ocasiones en que ante una persona que se enorgullece siempre de estar «bajo control» aún en las situaciones más dificiles, puede sucederle a ésta que sienta que «está perdiendo el sentido», que comience a preocuparse, y a preguntarse si «se está volviendo loca», que sienta que su vida se está «viendo trastocada». No es así, sino que está pasando por un duro proceso natural de duelo, un proceso que es una expresión del cariño que esa persona sigue sintiendo por esa criatura que se convirtió en «una memoria demasiado temprana».
La amargura-rabia y la culpa son respuestas comunes al perder a un ser querido. Culpa por lo que siente sean realmente o imaginadas (pero lo crea y sienta así), sus propios errores y fallas. Amargura y rabia porque es una reacción normal en la búsqueda de consuelo de querer culpar a otra persona cuando uno siente que lo ha hecho todo bien y algo ha fallado. En ocasiones la familia, los amigos o los proveedores de cuidados de su salud, que no le dieron el apoyo que la mujer necesitó tras la pérdida, se convierten temporalmente en el blanco o la fuente receptora de esa amargura. A veces su pareja, por no sentir del mismo modo aquella tristeza que la mujer siente (al no sentirse acompañada en sus sentimientos, aunque la mujer sepa que él no sintió al bebé, que no lo llevó dentro y que eso influye también en su forma íntima de sentir su propia pérdida de su hijo) , o gente conocida que no reconocen la gravedad de lo que le ha pasado, que actúan como si nada ha sucedido,o una misma por no desmoronarse, también otros padres por no darse cuenta de lo bien que se encuentran con sus hijos y sentir que no lo valoran, y las personas creyentes hasta pueden cabrearse con su Dios » por permitir que esto les suceda «.
Su tristeza también puede hacerle sentir como un ser irracional y en ocasiones con una visión egocéntrica de lo que le sucede. Solamente podrá ver sus propias necesidades, su propio dolor y su propia aflicción. Pero esto es una etapa inicial (cuya duración depende en parte de si la persona se lo trabaja en su tiempo, o si sólo deja que pase, como si el tiempo sin más, por ejemplo huyendo del dolor o negándolo, pueda curarle).
Más adelante volverá a poder tener una percepción más clara en la manera de manifestación y de cómo hacer con sus emociones. Además, podra ver con mayor claridad cómo esta pérdida puede estar afectando a otras personas cercanas a usted. Pero por ahora, en en trancurso de su proceso de duelo necesita darse permiso para sentir lo que necesita sentir y confiar en su perspectiva, para mejorar con el tiempo. Pues la única forma de mejorar es dejarse sentir, no huir de su duelo y trabajarse aquellas emociones en que se sienta atrapada (además de buscar ayuda para trabajarse conflictos emocionales que puedan estar arraigados en la infancia de la madre y que se hayan reactivado con el embarazo y la posterior pérdida de éste).
Más adelante volverá a poder tener una percepción más clara en la manera de manifestación y de cómo hacer con sus emociones. Además, podra ver con mayor claridad cómo esta pérdida puede estar afectando a otras personas cercanas a usted. Pero por ahora, en en trancurso de su proceso de duelo necesita darse permiso para sentir lo que necesita sentir y confiar en su perspectiva, para mejorar con el tiempo. Pues la única forma de mejorar es dejarse sentir, no huir de su duelo y trabajarse aquellas emociones en que se sienta atrapada (además de buscar ayuda para trabajarse conflictos emocionales que puedan estar arraigados en la infancia de la madre y que se hayan reactivado con el embarazo y la posterior pérdida de éste).
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Fuente: CENTRO PSICOLOGÍA GESTALT