Hay clientes que, inmersos en la ejecución del absorbente día a día, no tienen tiempo para planificar y/o reflexionar sobre lo que les importa.
Para ellos, las reuniones con el Coach representan ese oasis de sosiego donde poder mirar su realidad con más ecuanimidad y orientando la emoción de forma más positiva. Retoman energías, «afilan su hacha» -según narra el cuento de Beauregard- para volver a talar al día siguiente.