Sirva el símil semántico del título del post para, tal vez de un modo excesivamente extremista –intentando generar conciencia/reflexión/debate- llamar la atención sobre un hecho que me ha hecho reflexionar bastante durante esta semana.
He asistido atónito a un cierto desprecio (O así me lo ha parecido a mi) no se muy bien si personal, profesional o teórico por parte de unos consultores frente a otro/s, con calificativos curiosos y descalificaciones basadas en ideas extraídas del contexto, incluso a veces no escuchadas directamente.
No me voy a extender más, puesto que no soy yo el protagonista de las historias, ni quiero serlo y cada uno ya sabrá de sus palabras y de sus silencios… y además no quiero caer en lo mismo que estoy denunciando, ya me entiendes.
Solamente quiero constatar que en cualquier caso, si nos pasamos la vida hablando de la importancia de las personas, del enpowerment, el respeto, la consideración del otro en las organizaciones en las que trabajamos, intervenimos o asesoramos, creo que como dice Robert Dilts, tal vez deberíamos empezar por “liderarnos a nosotros mismos” y ser ejemplo de lo que preconizamos.
Siento no estar de acuerdo con algunas tendencias pero en cualquier caso respeto las teorías, las conceptualizaciones, los modos de darlas a conocer y sobre todo respeto a las personas que de algún modo –por muy erróneo que a mi me parezca- tienen una mínima intención de mejorar el mundo… y creo que si no es así,… poco vamos a poder hacer para SER una humanidad mejor.
Nota: No me apetece ilustrar este post con una bonita foto porque no debería tener que haberlo escrito, espero que me perdonéis.
Fuente: COACHING PRÁCTICO