Que raro me resulta estar en mi ciudad natal. Casa de mis padres.
Hoy ni he salido de casa, he estado durmiendo hasta las dos y luego haciendo cosas con el ordenador. Pensaba salir pero ni eso. Llamar a alguien, pero ni eso. Es como una parálisis rara. No hago nada, no siento nada.
Deben ser mis ideas de volver a la ciudad. Intento no darme mucho mal, pero en realidad, no lo veo claro. Es algo que me pasa siempre: si pienso en un cambio, me aferro a lo anterior; sin embargo si continúo, al poco me quejo. No estoy educado para la felicidad.
Me da un poco de vértigo pensar en quedarme aquí más que una temporada. Supongo que me digo lo de una temporada, para tranquilizarme. El otro día hablaba con un conocido, que hace años que no hablaba. Ha emigrado a otra ciudad más grande, porque la presión social de familia y ambiente le agobiaban. Me empecé a sentir un poco así. Aunque también creo que hay parte de huida interior en eso, pero está claro que a veces los cambios son necesarios.
La vida en mi ciudad es tan tranquila que acojona, o al menos mi ambiente social. Está claro que de volver, tendría que montarme las cosas de nuevo en gran medida, y no dejarme arrastrar por lo anterior, a lo cual soy bastante asiduo y no me gustaría caer. En mi entorno cada cual tiene bastante definido su lugar, o al menos así lo veo yo y tambíén me acomodo a eso, porque es cómodo seguir las reglas y los automatismos, más que romperlos.
Hoy se termina el día y me queda la sensación de haber hecho poca cosa. Vitalmente, no he tenido casi ninguna emocíón; corporalmente, el mínimo movimiento, ni siquiera una ducha; socialmente, en casa, con el ordenador, padres y televisión. Su rutina aceptada y feliz me recuerda que yo no he encontrado una rutina feliz, y también que debo ser más inquieto porque no me satisface, o no me llena, simplemente «estar ahí» de esa manera.
Pensaba hacer cosas. Hace un tiempo, pensaba en que me gustaría aprovechar los días que pase aquí para hacer cosas, pero ya ves: cero. Y a nivel mental, porque me he pasado el día intentando instalar un espacio de trabajo en este portátil que al final no ha terminado de funcionar. He escrito unos textos que sí que han quedado bien, eso sí. Pero salir ahí fuera, quedar con gente, me suena a enfrentarme a algo, no a disfrutar algo. Eso no me gusta. ¡Vaya panorama! Desde luego, no me vendría nad mal ampliar y dejar entrar aire fresco en mis amistades. E intentar quizás, otro tipo de gente que me venga mejor. Al menos que me guste y lo pase bien con ellos, aunque ya sé que las barreras las pongo yo en gran medida.
La verdad que últimamente estoy un tanto liado. Veo claro que me cuesta sentir lo que de verdad quiero, no me vienen las emociones que te dicen «esto» o «lo otro» claramente. Que en última instancia son los guías que tenemos. Dicho de otra manera más moderna: que vivo bastante desconectado de mí, de lo que me importa, de lo que me gusta, etc.
Todas estas divagaciones pueden venir de que estoy planteándome un cambio y aquí hay bastantes resistencias. La verdad, me parece haber renunciado a esa parte interior que tenía cojones y sabía lo que quería, o bien lo que no quería. Ese niño un tanto egoísta pero muy claro. Juguetón a veces, a veces enfadado, etc.
A veces, me parece que estoy esperando que llegue la muerte. Sí, es miedo supongo. A no saber. A moverme. A ser.