John Maxwell ha sido un prolífico autor de libros sobre este tema y tiene uno titulado Seamos Personas de Influencia, en el cual presenta unas ideas muy valiosas para cualquiera que desempeña una posición de supervisor o liderazgo en un equipo u organización.
Para mí estas ideas de Maxwell tienen una pertinencia adicional, porque refuerzan el concepto de «cliente interno» que vengo promoviendo desde hace muchos años.
Al poner en práctica estas consideraciones, es inevitable que tu liderazgo mejore de manera inmediata:
Por: Juan Carlos Jiménez
1. Todas las personas quieren llegar a «ser alguien».
Es parte de la naturaleza humana. La búsqueda, el aprendizaje y el deseo de superación. Muchos lo llaman «éxito», pero también lo puedes considerar como «la aspiración a ser mejor persona» o mejor profesional, lo cual tiene implícita la satisfacción de la auto-realización.
Por supuesto, para cada persona el significado de esta aspiración de «éxito» es diferente. Cada quién tiene su propia noción de superación y de las metas que quiere alcanzar como ser humano. En una persona ambiciosa se nota más, pero hasta en quienes son más modestos o tímidos, existe esta llama.
De manera que todo líder que tome en cuenta esto, le será más fácil encontrar el camino para inspirar a sus seguidores, aceptando y apreciando la condición individual de este deseo. Las personas seguimos con más gusto a quienes nos hacen sentir valorados.
2. La mayoría de la gente no tiene fe en sí misma.
Por diversas razones. Unas relacionadas con toda una trayectoria de vida; otras por las condiciones de su entorno; otras no tuvieron un líder que les mostrara su propio potencial y sus oportunidades de crecimiento. En fin, la falta de credibilidad y confianza en uno mismo es quizás el mecanismo de «auto-saboteo» más importante que tenemos que enfrentar y superar.
En este sentido, los líderes (sean padres de familia, jefes, maestros o amigos) tienen la fantástica oportunidad de motivar y hacer sentir a sus «seguidores» que ellos tienen su propio valor y todo el potencial para alcanzar cualquier meta, aunque hayan personas que tengan más experiencia o lo hagan mejor en un momento determinado.
Si nos comparamos con otros, desde la perspectiva de lo que aún no tenemos, entonces nos paralizamos y no nos atrevemos a dar los pasos necesarios para lograr nuestros sueños. No son las dificultades las que derrotan a las personas, sino las mismas personas cuando pierden la fe en sí mismas.
3. Mucha gente no cuenta con alguien que tenga fe en ellas.
Especialmente en el inicio de nuestros proyectos, de corto o largo plazo, de vida o trabajo, simplemente necesitamos a alguien que nos haga sentir que tiene fe en nuestra capacidad de lograr lo que nos proponemos. Ésta es la esencia de la labor de un líder, en cualquier condición.
Mucho más que una palmada en la espalda o unas simples palabras de apoyo, el líder ayuda a que la gente visualice mejor sus particulares razones para tener fe en sí mismas. Líder, maestro, tutor o «coach«, es sinónimo de brújula de fe. Ésta nos da el norte, pero el trayecto lo hacemos nosotros.
El reto no es sólo ayudar a que la gente crea y confíe en sí misma, sino a mantener esa llama encendida, ya que siempre encontraremos diferentes obstáculos que intentan socavar nuestra autoconfianza y autoestima. Un verdadero líder nos ayuda a descubrir esa llama en nosotros mismos y no solamente en los demás o en factores externos.
4. La mayoría notamos cuando alguien tienen auténtica fe en nosotros.
Hay tanta escasez de fe, credibilidad y confianza en la sociedad contemporánea, que cuando alguien nos hace sentir que de verdad cree en nuestro potencial, lo notamos enseguida. El líder que lo logra, se destaca como persona y conquista nuestra mejor disposición y lealtad.
Por supuesto, esa persona en posición de liderazgo, tiene que ser auténtica, consistente, honesta y sincera con nosotros. No es suficiente que nos diga generalidades y clichés de motivación. Debe conocernos como individuos y debe comprender nuestras verdaderas inquietudes. Desde este ángulo, pueden ayudarnos mejor a que veamos nuestras oportunidades y el potencial para aprovecharlas.
Un líder que tiene conciencia de esto y que tiene auténtica fe en la gente, sabe que su objetivo no es que sus seguidores sean igual a él, sino que busquen ser mejores que ellos mismos.
5. Estamos dispuestos a hacer mucho por quienes tienen fe en nosotros.
Éste es el principal capital de base para todo aquel que desea desarrollar su liderazgo e influir positivamente en la gente.
Como dije antes, hay tanta escasez de líderesque de verdad confían en sus seguidores, que cuando encontramos a uno, hacemos cosas increíbles por responder de manera constructiva a sus expectativas en nosotros. Nos volvemos sus «fans» y movemos cielo y tierra para demostrar que su fe en nosotros no es en vano.
El líder que se ocupa, de manera constante y sistematizada, de expresar credibilidad y confianza por nosotros, más temprano que tarde cosecha lo mejor de nosotros, como personas o profesionales. Al proporcionarnos auténtica fe, ese líder nos da y nos hace sentir lo que casi nadie da en la actualidad.
Jefes, supervisores, maestros, padres de familia y amigos que toman en cuenta estas condiciones humanas, pueden conseguir mejorar su liderazgo muy rápidamente. Lo que a su vez los lleva a conseguir que sus seguidores liberen todo su potencial de trabajo, de creatividad, de comunicación y de compromiso con su propia superación personal.
Fuente: Degerencia
Fuente: liredazgo