Como algunas otras de las personas y entidades que actualmente se encuadra en el grupo, yo llegué al CIE a través de Innobasque, entidad de la que brota como proyecto de Innovación por y para las Personas, desde el punto de vista de la Inteligencia Emocional.
Mi entrada en dicho proyecto, por circunstancias que no vienen al caso en este post se produce en el último trimestre del año pasado; año en el que parece reactivarse después de una andadura previa hace más de un año en la que se creó el embrión de lo que es hoy (Esto es historia que yo no he vivido y que relato por boca de terceros, que alguien me corrija si me equivoco).
Me topo en un primer lugar con la responsable dinamizadora del proyecto, la entonces desconocida y hoy querida Olga Gómez –“Alma Mater” del CIE y según la opinión de todos, responsable de los éxitos del proyecto- que me va explicando entre mail y mail en qué consiste y me anima encarecidamente a participar… y me convence.
Mi frágil memoria me hace no recordar demasiado la primera reunión a la que acudí en la sede de Innobasque en Zamudio, pero lo que si recuerdo son sensaciones de bienestar, curiosidad, motivación,… buenas percepciones en cualquier caso que me hacen avivar la curiosidad y las ganas de profundizar un poco más.
Esas sensaciones primeras se han ido poco a poco convirtiendo en sentimientos de familiaridad, cariño, amistad, alegría, humor y otros mucho que van transitando en cada una de las reuniones o encuentros en los que participo, de modo que, curiosamente se han convertido en espacios de mi vida profesional que me ayudan a cargar baterías y “salir” al día a día de otra manera.
Esto puede parecer una barbaridad o una afirmación fruto de una intensa convivencia momentánea en la que, como muchas veces habréis experimentado en situaciones intensivas, los sentimientos se magnifican en un primer momento pero no es así, puesto que esto lo estoy redactando con la serenidad que me da la distancia en espacio y tiempo de esos encuentros, de modo que lo describo con la cabeza fría y… a pesar del maestro Punset, con la cabeza fría a veces también se acierta.
Personalmente me he adscrito a trabajar en tres de los múltiples grupos en los que nos mezclamos y barajamos los miembros del Consorcio y me atrevo a decir que esos grupos se han convertido en equipos de trabajo, formados por gentes de diversos orígenes, de empresas diversas, con intereses muy alejados en algunos casos, con perfiles y trayectorias a años luz a veces,… pero todas ellas con una idea clara central y varias ideas subsidiarias también comunes.
Todos estamos en la idea de que el fomento, desarrollo y difusión de las Competencias de la Inteligencia Emocional va en beneficio de las personas, las organizaciones y las empresas y en definitiva de la sociedad en general, de modo que lo vemos como uno de los instrumentos posibles de innovación y transformación desde el SER.
Por otro lado consideramos que nada cambiaremos si no es desde nuestro propio cambio y experimentación, de modo que no se trata de difundir sólo conceptos -que también- sino fundamentalmente actitudes, que es lo que creemos que cambia las cosas.
Las personas que están involucradas en este proyecto creen, practican y fomentan la colaboración como instrumento de crecimiento, de transformación y de creación, de modo que se puede decir que en este momento hay un principio de red y de redes que involucran a muchas personas y que está fomentando el crecimiento cualitativo tanto del Consorcio en sí, como de las personas que lo integramos y colaboramos en sus proyectos.
Desde los miembros del Consorcio hay una intención clara de compartir conocimientos y experiencias laborales, de modio que incluso se organizan sesiones monográficas abiertas a todos, en las que se van aportando conceptos, técnicas, maneras de hacer, ideas nuevas,… destinadas a cooperar y co-crear.
Es un proyecto abierto, siempre acogedor de las personas que se acerquen a aportar su conocimiento y experiencia, su trabajo y sus ganas, de modo que no es un grupo cerrado, ni exclusivo, ni siquiera elitista; es un grupo donde todo el que quiera se siente especialmente incluido y valorado, donde todas las ideas y todas las tendencias se tienen en cuenta, dentro de la línea común de la transformación a través de la práctica y difusión de la inteligencia emocional.
Este equipo cree en los demás, cree en las personas, confía en ellas y cada uno de nosotros confía en el otro y apoya su relación en la confianza y valoración del que tiene al lado, de modo que no sólo es un principio sino que es la práctica habitual, hasta cotas a veces difíciles de encuadrar en la lógica de la relación de personas que se conocen poco y en circunstancias muy concretas.
Es pequeña la influencia que uno puede ejercer desde esta tribuna, pero os diré humildemente que me parece que se está gestando un fenómeno desde el Consorcio que bien podrían estudiar los sabios del mundo del trabajo y de las organizaciones, porque creo que habrá pocos proyectos de COLABORACIÓN que se hayan desarrollado y hayan crecido con tanta rapidez y solidez como el que nos ocupa… ahí lo dejo para quien quiera recoger el guante.
En cualquier caso os diré que personalmente siento que se está construyendo algo diferente, algo transformador, algo “bueno” que puede ayudarnos a desatascar nuestros paradigmas tradicionales y ayudar a buscar ese nuevo sistema económico, esas nuevas maneras de hacer, aportar ese pequeñísimo grano de arena que ayude a cambiar el mundo.
Os seguiré contando cómo nos va y las cosas que vamos haciendo con más detalle, desde aquí me comprometo a ello y dedicaré algunos de los post futuros a haceros partícipes de nuestros trabajos.
Fuente: COACHING PRÁCTICO