Desde que Bert Hellinger pusiera en marcha el método terapéutico de las Constelaciones Familiares, han ocurrido muchas cosas, pero entre ellas, las más importantes tienen que ver con el despertar de la conciencia de un gran número de personas en todo el mundo.
Palabras como Orden, Amor, Alma, Conciencia, etc., han adquirido una dimensión especial, precisamente por esa elevación de conciencia de la humanidad.
Las Constelaciones Familiares han transcendido el concepto de terapia, para ser mucho más que eso. Las Constelaciones Familiares actuales son un potente método de sanación del Alma.
En estos momentos, se ponen de relieve otras técnicas que potencian las Constelaciones Familiares, como son el Ho’Oponopono, la Terapia Regresiva y la apertura de los Registros Akhásicos. Estas y otras técnicas, en un momento dado, pueden ser potenciadoras de una Constelación Familiar.
Las Constelaciones Familiares originales, siguen manteniendo su poder terapéutico gracias a que integran —o tratan de hacerlo—, a todos los miembros del grupo y gracias a que curan las heridas producidas en el árbol genealógico. Pero, nada de eso podría llevarse a cabo sin la acción del elemento primordial que todo lo sana, que todo lo resuelve: el AMOR INCONDICIONAL, que no tiene en cuenta lo que cada cual haya podido hacer, que incluye a todos sin excluir a nadie, que restaña heridas y traumas del pasado y del presente. Este AMOR es el que está presente en las Actuales Constelaciones Familiares y es el que corrige los defectos del “Amor Ciego”, capaz de tomar sobre sí, un destino o un lugar “equivocado”, cuando por ejemplo, alguien —“por amor”— decide tomar sobre sí culpabilidades o cargas que no le corresponden.
Pero, ¿cómo llevamos a cabo un taller de Constelaciones Familiares?
1. Ante todo, debemos contar con un grupo de personas dispuestas a participar en la Constelación de otra persona.
2. El cliente expone al Facilitador, el conflicto que quiere sanar y éste, después de escucharle, le propone un planteamiento, para lo cual necesitará la ayuda o colaboración de algunos participantes.
3. El cliente —o el propio Facilitador—, escoge a los representantes necesarios para la Constelación.
4. A estas personas se las coloca en el centro de la sala y se les da la identidad temporal de la persona a quien van a representar.
5. Se les deja unos segundos para que sientan quienes son en ese momento y, a partir de ahí, ellos comienzan a expresar sus sentimientos, bien con palabras, bien con movimientos.
6. El cliente se mantiene sentado en su lugar y en silencio, observando las situaciones que se van dando, sin intervenir en nada, dejando que el Facilitador dirija a los representantes con el único fin de que el Alma se exprese… y de esta manera pueda llegarse a la solución.
7. Una vez terminada la Constelación, no se debe pensar ni analizar nada de lo sucedido durante la Constelación, puesto que los procesos espirituales se bloquean cuando entra la mente racional a analizarlos.
Ayudando a otros, nos ayudamos a nosotros mismos, porque “lo que hagas por otro, por ti lo haces”.
¿Qué asuntos se pueden constelar?
El abanico de temas que se pueden constelar es tan amplio que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que prácticamente todo se podría constelar. Dependerá de la capacidad del Facilitador para que, en cada caso, pueda ofrecer el adecuado planteamiento, que pueda llevar a la solución.
No sólo se pueden constelar los temas relacionados con la familia, que fueron los primeros en ser tratados, sino que además pueden constelarse asuntos que tienen que ver con uno mismo y su propia dualidad, además de su relación con el entorno.
También pueden constelarse los conflictos de grupos laborales o sociales, así como asuntos que tienen que ver con la justicia y con todo tipo de instituciones, de la misma manera que puede constelarse desde el átomo y las células, hasta ciudades, regiones, continentes, planetas, estrellas y galaxias.
Y, con el fin de que todo pueda ser sanado, podemos remontarnos a situaciones o traumas de vidas pasadas, que han dejado una marca en nuestra memoria celular y, sobre lo cual, nuestra alma pide a gritos su sanación, en estos momentos especiales que estamos viviendo.
¿Cómo funcionan las Constelaciones Familiares?
Rupert Sheldrake con sus campos mórficos y Ervin László con su Campo Akásico, nos han dado la solución. Ellos consideran que vivimos dentro de un campo de información sin limitación temporo-espacial, lo cual permite que cada elemento vivo o inerte disponga de la información necesaria para organizarse o para funcionar de una manera determinada…
De la misma manera en las Constelaciones Familiares cada representante “tiene” la información necesaria para sentirse como un miembro más del grupo que se representa y como tal expresar su sentimiento.
En el momento en que acepta “ser” representante de otro, es como si su emisor-receptor de ondas hertzianas, afinase el dial para recibir y emitir claramente la información pertinente, correspondiente a su representado. De tal forma que, en el mismísimo momento, se produce la recepción de información y la emisión del proceso que se está produciendo.
Cuando, durante el proceso de la Constelación, se resuelve el conflicto, tal solución está presente en todo el Campo Akáshico y, naturalmente, le llega a la persona de la vida real representada en la Constelación.
Si alguien, en su silencio interior, recibe o percibe la llamada de su alma en el sentido de tomar una u otra decisión, tiene dos opciones: puede hacer caso a esa llamada o no. El uso del “libre albedrío” es sagrado y nada ni nadie debe impedirlo; por tanto cada uno deberá hacer aquello que él quiera, tanto si decide seguir la llamada de su alma, como si prefiere seguir los deseos de su personalidad.
Por esta última razón, en ocasiones, no es posible ver realizada en la vida diaria, la solución conseguida en una Constelación que, no por eso debe considerarse que no ha funcionado. ¡Todas funcionan!