¿Cuál es tu cuento preferido?

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Te propongo por unos minutos hacer un viaje interior. Si estás preparado/a en un sitio placentero, sin que te molesten, trae a tu memoria el cuento que de pequeño/a te gustaba más. Aquel cuento preferido, el que has pedido que te cuenten una y otra vez, el que leías a través de los dibujos que te abrían un mundo imaginario. Puede ser que se te ocurran varios cuentos. Te invito a que elijas uno de ellos.
Una vez que lo hayas recordado, nárralo en voz alta. Tómate tu tiempo. En caso que no lo recuerdes tal como era cuéntalo de la forma en que te salga. Una vez que lo hayas contado, hazlo nuevamente, pero esta vez en tiempo presente, como si estuviese sucediendo aquí y ahora. El personaje del cuento pasará a ser tú mismo. Entonces además de contarlo en tiempo presente, añádele contarlo en primera persona.
Y ahora unas preguntas:
  • ¿Qué tiene que ver ese cuento con tu vida?
  • ¿En qué se parece o no el personaje con el que te has identificado?
Los cuentos infantiles son de vital importancia. A través de ellos nos hemos identificado, hemos adquirido de ellos nutrientes emocionales. En la terapia Gestalt los cuentos tienen su sitio. A través de ellos podemos llegar a conectar con emociones, necesidades o deseos paralizados en un momento de nuestra vida. Conectar con ellos es restaurarnos internamente, recuperar nuestra fortaleza y nuestra energía detenida para poder destinarla a nuestro bienestar.
En terapia, el proceso de trabajo con los cuentos, al igual que con los sueños, puede requerir varias sesiones. La información que el inconsciente despliega a través de estos trabajos es abundante y rica.
Angeles Martín y Carmen Vázquez en su libro » Cuando me encuentro con el capitán garfio (NO) me engancho» describen en un capítulo el trabajo con cuentos dentro de un marco terapéutico:
«A través de los siglos, los cuentos han surgido como algo espontáneo dentro del desarrollo humano.
Los niños de todas las épocas y países han disfrutado y vibrado antes los cuentos, que, al ser repetidos una y otra vez, se han ido refinando y han llegado a transmitir, al mismo tiempo, significados evidentes y ocultos; han llegado a dirigirse simultáneamente a todos los niveles de las personalidad humana y a expresarse de un modo que alcanza el sentimiento del niño.
Dice Bruno bettelheim: » Al hacer referencia a los problemas humanos universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del niño, estas historias (los cuentos) hablan a sus pequeño yo en formación y estimulan su desarrollo…empiezan precisamente allí donde se encuentra el niño, en su ser psicológico, emocional…ofrecen ejemplos de soluciones, temporales o permanentes a las dificultades cambiantes».
Y todos los adultos hemos sido niños y hemos oído cuentos e historias fantásticas, llegando a tener nuestro favorito.
Con el paso de los años, al llegar a adultos, nuestra razón va anulando el aspecto mágico de los cuentos (por lo menos el de los cuentos de hadas, ya que podemos seguir viendo su permanencia en el éxito de los cómics, revistas para adultos), pero no así nuestra emoción.
Generalmente, cuando de niños, el entorno que nos rodeaba no era la mejor solución a nuestra situación, hemos tomado como modelo a algún héroe de nuestro cuentos y así, al identificarnos con él y viceversa, hemos vislumbrado una posibilidad de futuro y hemos reducido nuestra angustia.
El héroe elegido no necesariamente ha sido el mejor, sino el que más se parecía al concepto de íbamos adquiriendo de nosotros mismos a través de los mensajes verbales y no verbales transmitidos por nuestros adultos (padres, tíos, maestros…).
De este modo conseguíamos en nuestra infancia tener un patrón de vida, que se acomodaba a nuestras características y sobre todo que nos facilitaba la posibilidad de crecer.
Así, hemos conformado nuestra vida adulta con una pauta emocional basada en un cuento. Al margen de otros muchos elementos que la configuran.
Resulta sorprendente y casi increíble constatar que, en el mundo que vivimos, en nuestra misma ciudad y nuestro alrededor vivimos con Caperucitas Rojas, Bellas Durmientes, Cenicientas, Príncipes convertidos en sapos, Capitanes Trueno, etc.
Los cuentos sirven de pautas tanto a hombres como a mujeres y a descubrir a cada personas cuál es su cuento, puede tomar una idea clara de cuál es su trayectoria y su desenlace y si ee guión de vida es de su interés o prefiere cambiarlo o elegirlo libremente».
Les propongo compartir vuestras experiencias, de qué se han dado cuenta trayendo a vuestros presentes el cuento preferido de la infancia. Pueden hacerlo a través de comentarios en el blog o por mail, si no quieren hacerlo público.
Angeles Martín y Carmen Vázquez. «Cuando me encuentro con el capitán garfio (NO) me engancho» Editorial Desclée.
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