Hace unos días re-visioné, tras toda una vida, “El bazar de las sorpresas” (“The shop around the corner”), película dirigida en 1940 por Ernst Lubitsch sobre una obra teatral del húngaro Nikolaus Laszlo. Y, según avanzaba la cinta, me fui colocando mi gorro de coaching.
La historia que narra El bazar la remedó Nora Ephron a finales de los 90 en su “Tienes un e-mail”, versión que, por más moderna, yo conocía mejor que la de Lubitsch. Por ello, me di cuenta sobre la marcha de que, en los casi 60 años transcurridos entre una y otra película, se ha perdido algo muy importante: la razón de ser del desdén verbal y físico al que Margaret Sullavan sometía a James Stewart en la primera cinta.
En la segunda versión, Ephron justifica el malestar que sentía Meg