Este cuento zen me gusta especialmente por la viveza de los detalles sensoriales, es corto y sencillo pero rápidamente despierta en el lector emociones intensas de color muy diferente. Ojalá estuviéramos tan despiertos en nuestro día a día como para saborear las pequeñas cosas de la vida tal como lo hace este protagonista.
Una situación tensa
Un día, mientras caminaba a través de la selva, un hombre se topó con un feroz tigre. Corrió pero pronto llegó al borde de un acantilado.
Desesperado por salvarse, bajó por una parra y quedó colgando sobre el fatal precipicio. Mientras el estaba ahí colgado, dos ratones aparecieron por un agujero en al acantilado y empezaron a roer la parra. De pronto, vio un racimo de frutillas en la parra. Las arrancó y se las llevó a la boca. ¡Estaban increíblemente deliciosas!
Fuente: Centro de Terapia Cognitiva