EL MODELADO DE LOS NIÑOS

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Por: Pilar Alberdi

Participé en una fiesta de cumpleaños infantil en las que había niños de edades comprendidas entre uno y ocho años.
La fiesta contó con la presencia de un mago amateur, de nombre Miguel, que por cierto, realizó unos trucos muy buenos.
A los niños que ya habían disfrutado de una apetitosa merienda y numerosos juegos, se los dispuso sentados en el suelo alrededor del mago, que logró hacer aparecer y desaparecer de una bolsa que hacía de chistera, los más variopintos objetos. Mágicamente, cuando unía los dedos índice y pulgar de cada mano, se producía una luz roja.Y, puedo asegurarles, que este fue el truco que más me gustó. ¿Se nota que tengo alma de niña? Pero ahí, no se quedó la faena, sus trucos de cartas eran perfectos. Y de un pañuelo de color rojo que introdujo en su puño logró sacar, «mágicamente», otro de un color diferente. Y las pequeñas bolas de colores se muliplicaban entre sus dedos. Y así se fue pasando el tiempo. Pero entre los trucos hubo uno que llamó poderosamente la atención de los niños. El mago mostró un papel en blanco que tenía la forma habitual de un billete, lo fue doblando a la vista de todos, poco a poco, y cuando luego lo desdobló, ya no estaba el billete en blanco, sino uno de 2O euros. Y, ¿sabéis una cosa? Fue el truco que más les gustó. Y estoy hablando de una mayoría de niños entre 4 y 6 años. Cuando sus padres volvieron a la fiesta para recogerlos, los niños les señalaban al joven mago, y les decían que sabía hacer aparecer dinero y les indicaban que le preguntasen cómo lo había hecho. Pero no les hablaban de lo rica que había estado la tarta, ni de cómo la trajeron a la mesa con las velitas encendidas.
En mi época, los niños no estábamos preocupados por el dinero porque rara vez podíamos tenerlo. Y si teníamos que trabajar, lo hacíamos pensando que con eso ayudábamos a sacar a a la familia adelante. El dinero era un tema de los adultos. La gente no vivía agobiada con tenerlo todo y de ese todo, lo mejor, lo más moderno, sino con sobrevivir, con tener para pagar el alquiler de la vivienda. Incluso, es probable, que no se hablase del dinero delante de los niños o que estos tuviesen una vida más apartada o que esas conversaciones no se tratasen abiertamente. La verdad, es que en mis recuerdos no logro percibir cómo era exactamente el tema. Si creo que los valores estaban puestos en otros temas como el del estudio.
Si a mí me hubiesen preguntado cuál fue el mejor truco del mago, sin duda, habría contestado que el de las lucesitas que atrapaba con las manos. De hecho, me recuerdo, gritando: «¡Bravo!¡Bravo!» y aplaudiendo vivamente. Porque, de verdad, parecía verdadero lo que el joven realizaba. Recogía del aire unas invisibles luciérnagas que luego se las guardaba en una oreja y las hacia aparecer por la otra, y lo mismo sucedía cuando repetía la acción con alguna o algún pequeño voluntario.
¿Tanto han cambiado los niños o tanto hemos cambiado los adultos? ¿El dinero lo primero? ¿Incluso cuando se trata de magia?
A veces nos olvidamos que cada mínimo acto, cada palabra que decimos modela a los más pequeños.
En este tema siempre me siento muy responsable, especialmente cuando como escritora visito colegios y estoy en presencia de muchos niños con los que converso. Hay que tener cuidado con esa idea mercantilista que acecha a nuestras vidas a cada paso y puede convertir objetos y personas en desechables cuando ya no nos interesan o son una carga para nuestras cómodas vidas. Pero esto, hay que prevenirlo hoy, ahora.
No puedo creer que sea el dinero lo primero, cuando hoy, al menos aquí en Europa los niños tienen tanto, reciben infinidad de regalos para sus cumpleaños y para Reyes. El amor, por supuesto, lo primero, y después la magia, la que hace aparecer y desaparecer objetos, la que cambia los números de la carta de una baraja, la que hace aparecer extrañas luces en el aire… ¿Pero el dinero?

Fuente: PSICOLOGÍA.

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