Decía Camilo José Cela que la duda, “esa vaga nubecilla que, a veces, habita los cerebros, también puede entenderse como un regalo”. Y es precisamente la duda uno de los estados con los que más trabajamos los y las coaches profesionales. Estos «conflictos de partes» (un término que proviene de la Programación Neurolingüística) pueden llegar a convertirse en fuente de un profundo desorden y desarmonía internos (¡quién no lo ha experimentado!). Y es que la duda, como punto de exploración para ampliar posibilidades y opciones en un asunto, puede ser útil e incluso necesaria, pero como forma habitual de afrontamiento de las situaciones, se convierte en una energía desgastante que se disipa, en lugar de una energía que podemos aprovechar y canalizar de forma creativa para orientar nuestros pasos y nuestras acciones en una dirección determinada, para realizarnos personal o profesionalmente.
Considera las siguientes situaciones:
– ¿Alguna vez has intentado tomar una decisión importante como, por ejemplo, dejar una relación o un trabajo y, simplemente, no encuentras la manera de hacerlo, el miedo te paraliza o el temor a la incertidumbre te impide actuar?
– ¿Alguna vez has deseado de todo corazón liberarte de un hábito como fumar, o del hábito de postergar asuntos importantes, y por mucho que te lo propusieras, sigues fumando o postergando?
– ¿Alguna vez has sentido que tu nivel de satisfacción en algún aspecto de tu vida es bajo y, sin embargo, no se te ocurre una alternativa, estás “atascado/atascada”?
– ¿Alguna vez has experimentado una especie de división interna, en la que una parte de ti deseaba una cosa, pero otra parte de ti insistía en hacer algo totalmente opuesto? Por ejemplo, en una de tantas reuniones de trabajo, en la que nunca participas por vergüenza, porque a fin de cuentas, ¿quién se va a entusiasmar con tus ideas si las de los demás son mil veces mejores, más originales y más creativas? Deseas poner fin a esa invisibilidad y expresarte espontáneamente… y ese momento no llega nunca.
Una muestra frecuente de este tipo de conflicto interno, como acabamos de ver, es la de los hábitos, como fumar. Para quien fuma y desee dejarlo, a menudo sucede que la “parte” que desarrolla y mantiene el hábito no es precisamente la misma que desea renunciar a él. ¿Cómo reconciliamos y recombinamos esas energías (la que quiere y la que no quiere) para lograr un bien mayor como “salud óptima”?
Otro ejemplo está en los planes y proyectos que nos proponemos. Para ilustrarlo, comparto una experiencia personal con ustedes: el día 1 de enero de cada año que se estrena, la playa de Las Canteras de la ciudad de Las Palmas donde vivo (¡sí, hay una maravillosa playa en plena ciudad!), está llena de caras nuevas, personajes que con sus flamantes chándales nuevos, llevan a la acción sus resoluciones para el nuevo año. Basándome en mi propio proceso, así me lo imagino: “Me propongo, en cuanto empiece el año nuevo, cuidarme y hacer ejercicio tres veces por semana…¿qué mejor fecha para comenzar que el año nuevo?” Y la intención está, no quiero decir que esté ausente, en absoluto. De modo que todos ellos corren, y hacen ejercicio con vigor y determinación. A finales de enero, el número de caras y cuerpos nuevos ha menguado considerablemente y, ya en febrero, a esas intempestivas horas de la mañana quedamos las mismas caras sonrientes o somnolientas (según quien) de siempre, salvo alguna más que ha logrado (¡enhorabuena!) cumplir su resolución con determinación: ¡yo misma he vivido ambos procesos, que conste!
El coaching transformador te permite conectar con los recursos internos que necesitas para aprovechar la energía y las intenciones positivas de cada una de esas partes en conflicto, permitiendo así que emerja una parte líder, central, que aúne lo mejor de todas las demás, y te permita transformar la situación de duda en una de claridad, orientada a la acción y al resultado más beneficioso para ti y tus diferentes entornos.
Mediante los procesos del coaching transformador, un/una coach profesional inmediatamente sabrá identificar estos conflictos internos, aunque su cliente no los mencione como tales, y se pondrá manos a la obra para crear un entendimiento de esas partes y las condiciones adecuadas para que emerja la parte líder y unificadora. El proceso es sencillo y, para mí, de los más bellos que realizamos en el proceso de coaching. Realicemos una pequeña muestra ahora mismo.
(1) Elige un conflicto interno que estés experimentando actualmente, como una parte de ti que desea “X” y otra parte de ti que no lo desea o que desea “Y”: “Quiero ser autónomo, dejar mi trabajo actual, tengo un proyecto fascinante en mente y sé que puede ir genial. Lo que pasa es que hay una parte de mí que no se atreve”. En este caso tenemos las dos partes claramente identificadas.
(2) Después de clarificar cuáles son cada una de esas partes y ponerlas “fuera”, ubícalas en un espacio: puedes poner las manos abiertas, palmas arriba delante de ti, y poner cada parte en una mano o incluso en dos folios diferentes sobre la mesa, e ir escribiendo en cada uno.
(3) Ahora, para darle voz a la parte que desea “X”, hacemos las siguientes preguntas:
-¿Cómo actúa esa parte? ¿Qué hace? ¿Cómo se comporta?
-¿Qué sientes cuando estás conectado/conectada a esa parte? Encuentra una sensación, y nota la respiración y la postura cuando te conectas con esta parte.
-¿Qué desea esa parte? ¿Qué busca lograr?
(4) Ahora vamos a suponer que esa parte tiene una intención positiva para ti: ¿cuál es esa intención positiva? Por ejemplo, la parte que no quiere emprender un proyecto prometedor, quiere protegerte, para que no te sienta abrumado, para que no te equivoque o para que no abandones tu trabajo actual (y la fuente de ingresos segura que te trae).
– Y podemos seguir explorando cada una de esas intenciones con la pregunta “¿y qué me aporta esto?,” hasta llegar a la intención más alta, más positiva.
(5) Ahora preguntamos: ¿Cuál sería un símbolo que represente a esa parte, con todas sus creencias, conductas e intenciones positivas? El símbolo puede ser una imagen, una persona o personaje, un objeto, un elemento de la naturaleza, un animal.
Confía en tu Sabiduría Interna y permítete aceptar lo primero que te ofrece. Este es un aspecto fascinante, y mis clientes conectan con símbolos diversos, desde guerreros africanos, piernas de atleta en movimiento, corazones, piedras preciosas, un cáliz, un familiar, o personajes históricos o famosos. Cierra los ojos y permite que tu sabiduría interna te ofrezca un símbolo que represente a esa parte “X”.
En todo momento, y como coach, me inhibo de interpretar el símbolo de mi cliente, ya que forma parte de SU sabiduría interna, y sólo él o ella le podrá dotar del significado que se pertinente a su situación.
(6) Ahora realizamos el mismo proceso con la parte «Y», con el mismo respeto y atención al detalle. En una sesión de coaching, tu coach prestará exquisita atención a tu fisiología, a las palabras que utilizas y a tu voz, ya que todo ello forma parte íntegra de la respuesta que buscamos.
(7) Imagínate ahora que ambas partes, “X” e “Y”, representadas ahora como símbolos, se están mirando. ¿Qué pueden aprender la una de la otra? ¿Qué recursos útiles, por ejemplo creencias, valores o conductas, pueden aportarse mutuamente?
(8) Finalmente, y este aspecto es muy hermoso, crearemos una tercera parte, que llamaremos “Z”, de momento. Puedes colocar un tercer folio entre los dos anteriores o, si has hecho el ejercicio con las manos, imaginar la parte “Z” entre las dos manos.
(9) En esta parte, vamos a integrar todas las intenciones positivas, los recursos compartidos de las dos anteriores. Vamos nombrando esas intenciones, por ejemplo, “Esta parte emergente es una parte que busca protegerme, que está despierta, que desea mi felicidad, que tiene capacidad de desafío y cuyo valor es el bienestar mío y del mundo…”, es decir, incluye aquí todas las intenciones positivas, y los recursos y aprendizajes que surgieron de “X” e “Y”.
(10) Permite que tu fisiología, tu postura, tu respiración y tus sensaciones internas conecten con todas estas intenciones positivas. Y ahora, permite que tu Sabiduría Interna te ofrezca un símbolo que represente a esta parte y la energía con la que se expresa. Permítete unos momentos para disfrutar de esta parte e integrarla.
(11) Ahora, imagínate realizando el comportamiento deseado, conectado/conectada a esta parte líder. Imagínate en unas horas, actuando conectada/conectado a esta parte. Imagínate mañana… dentro de un mes… de un año… 5 años… y así sucesivamente.
(12) Finalmente, proponte realizar varias acciones concretas (¡con día y fecha!), que te permitan lograr el resultado deseado, ya sea paso a paso, o de una vez.
Y es así como, mediante el coaching transformador, la duda se convierte, como decía Aristóteles, en el principio de la sabiduría.
¡Gracias por estar aquí y que disfrutes de tus días!
Fuente: El coaching transformador