La mente registra, de manera desordenada y arbitraria, todo lo que vemos, sentimos y acontece a nuestro alrededor, lo que muchas veces provoca contradicciones y confusión interna y da la impresión que todo escapa a nuestro control: ideas que se transforman en sueños; imágenes nebulosas que cambian de forma y acaban siendo extrañas sensaciones de naturaleza desconocida.
La práctica de la meditación nos hace entender y experimentar que la mente es un gran espejo de agua, donde todo lo que en él se refleja tiende a desaparecer, fluyendo constantemente sin que nada permanezca el tiempo suficiente para inquietarnos.
En la mente no hay tiempo ni espacio, es infinita, todo lo abarca, todo lo llena, es un vacío de luz y, a la vez, la forma que lo contiene pero la forma es mutable pues no posee límites.
El pensamiento y la memoria son los elementos externos de la mente. Con la adecuada interiorización, concentración, y meditación podemos acceder a una dimensión más pura y profunda de nuestra psique.
Fuente: Jordi Milian – Coaching