Familiaridad y cambio
Los procesos de cambio son por definición, el paso de un estado conocido y familiar (aunque no necesariamente deseado) a un estado poco conocido y por lo tanto, poco familiar.
Virgina Satir le decía a Richard Bandler (co-creador de la PNL) que uno de los instintos más desarrollados en los seres humanos es el de la familiaridad, ya que nuestro cerebro está diseñado para encontrar patrones. Los patrones son estructuras que se repiten en el tiempo y que el cerebro acaba identificando como parecidas y por lo tanto, agrupando.
De este modo, el cerebro identifica elementos que se pueden conectar y busca si estos elementos se repiten en el tiempo. Esta es nuestra formidable máquina de aprender, y de este modo, poder crear reglas que nos permitan entender el mundo que nos rodea.
Por lo tanto, buscamos intuitivamente lo parecido, lo familiar ya que nos da seguridad. Pero esta formidable máquina de aprendizaje, tiene sus limitaciones. Esas limitaciones surgen cuando lo desconocido es demasiado diferente a lo que conocemos. Es decir, nos sentimos cómodos con las similitudes y aprendemos con las diferencias, pero si nos alejamos demasiado de la zona de confort (de lo conocido), dejamos de aprender.
Un ejemplo claro de ello, son las películas de ciencia ficción, donde tienen que jugar con el look futurista pero al mismo tiempo, dejando los suficientes elementos familiares para el espectador para que pueda reconocer lo que está pasando.
En un proceso de cambio esto es fundamental, y en el coaching se le insiste al coach para que acompañe al cliente en ese trayecto hacía lo menos conocido.
Desde el punto de vista de la Programación Neurolingüística, las personas aprenden de un modo determinado, que se puede modelar y mejorar. Es decir, cada persona que se enfrenta a un cambio, tiene su propia estrategia para gestionarlo, y a veces esa estrategia no es lo suficiente adecuada para conseguir sus objetivos.
Si un coach quiere ayudar a su cliente de modo más eficiente, le sería de utilidad descubrir que hace en su cabeza su cliente, para que lo que va a pasarle le parezca demasiado poco familiar, o hasta cierto punto desconocido. Qué conjunto de creencias, experiencias y de representaciones mentales, hacen que alguien le cueste ver el cambio como posible o hasta cierto punto, creíble.
Básicamente, el miedo al cambio puede proceder de una falta de habilidad para representarse ese cambio, y por lo tanto, el efecto de “no verlo claro” o “verlo negro”, asociado a una falta de información o literalmente a la imposibilidad de crear una representación mental. También puede generarse este miedo debido a la propia representación que se está generando. Es decir, para poder predecir el futuro, necesitamos que esa máquina de generar patrones, genere un modelo basado en experiencias pasadas en el cual la persona deposite la suficiente confianza para creer que porque su cerebro hace una predicción, esa predicción se va a cumplir.
Evidentemente, esa predicción no es favorable, y nuestro cerebro la toma como posible con lo que se desencadenan emociones indeseadas. En este caso, las opciones son variadas: desde demostrar que las experiencias pasadas no siempre permiten predecir las futuras o hasta demostrarle que pueden haber varios futuros más allá de los que la persona piensa.
La generación de diferentes alternativas, aumenta la flexibilidad conductual de los individuos, y por lo tanto, su capacidad de encontrar nuevas alternativas. Pero especialmente, permite al cliente aprender a pensar de un modo diferente y utilizar esta habilidad en cualquier contexto de su vida.
Para poder gestionar este proceso, se requiere la habilidad de modelar o de describir la conducta de una persona, para poder actuar desde la parte más profunda, es decir, desde el generador de escenarios. Estas son precisamente, algunas de las herramientas que la Programación Neurolingüística ofrece para ayudar en el cambio.
Xavier Pirla
Licensed Master Trainer of NLP