La Invalidación

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En tiempos pasados escribí un artículo denominado «Ser Consciente de Sí mísmo«… cada día me doy cuenta de la importancia de estar en consciencia sobre nosotros mismos, sobre lo que nos rodea, sobre quienes nos rodean… Es como estar en otra dimensión, que te permite «leer entre líneas» acerca de la situación que estás viviendo en ese preciso momento.

Ese «estar en consciencia» me permitió ver , uno de estos días, un episodio muy común para todos los seres humanos: la Invalidación.

Me permito presentarles este excelente escrito de Carlos Andrade Montemayo, publicado en el blog facetahumana.com y que me parece oportuno revisar, pues creo que nos aportará una interesante gfuente de información a todos los que seguimos este blog. Espero sus comentarios.

LA INVALIDACIÓN: UNA FORMA DE AUTOCONTROL

El control es una “buena” forma para sentirse seguros. Si lográramos que todo y todos estuvieran en su lugar, la vida sería más sencilla. El único problema es que mañana es otro día y todo cambia. Así es, la única constante en la vida es el cambio, por lo tanto no podemos mantener el control.

¿Entonces por qué, si aceptamos esto, nos esforzamos tanto en buscarlo? ¿Por qué está necesidad de que nada se mueva, física, emocional, mental o espiritualmente, sin que nosotros estemos preparados? ¿Por qué? Porque esto es tan solo una simple representación del miedo. Pero como no vamos a aceptar que nos dan miedo los cambios o las personas diferentes o las emociones fuera de lugar, decimos simplemente: a mi me gusta el orden, a mi me gusta estar tranquilo, a mi me gustan las cosas como están etc., etc. Una gran cantidad de justificaciones para “aprobar” las acciones necesarias que tenemos que hacer para mantener el control.

Una de estas “formas” y quizás una de las más recurrentes es la invalidación. ¿Pero qué es y cómo funciona?

Invalidación es rechazar, ignorar, burlarse, juzgar, o disminuir los sentimientos o las acciones de alguna persona. Es uno de las formas de abuso psicológico más dañino. También se le conoce como suprimir. Y por lo tanto una persona que invalida es un supresor. Y en la escuela de Análisis Transaccional de Muriel James a la invalidación se le llama Descalificación.

La forma más extrema de invalidar totalmente es matar y en algunos casos esa sensación o necesidad puede apoderarse de nosotros. Al no poder hacer desaparecer esa sensación por arte de magia, creamos respuestas mucho más complejas y sutiles pero igualmente destructivas, ya que al final de cuentas logramos a través de ellas evitar que alguien o algo sea tal cual es.

Y mientras más débiles o pequeños son mucho más fáciles de invalidar. Nadie, a menos que esté loco, se pone con Sansón a las patadas. Por lo que mucho cuidado con la forma de tratar a los niños, sobre todo a los hijos.

Un niño, sensible por su edad y naturaleza, que es invalidado repetidamente se convierte en un niño confundido. Pierde confianza en sus propios sentimientos. Pierde uso de su cerebro emocional – y el cerebro emocional es una de las herramientas básicas para la supervivencia. Para adaptarse a este ambiente insano, la relación entre sus pensamientos y sus sentimientos se malogra. Sus respuestas emocionales, su manejo emocional y su desarrollo emocional probablemente serán dañados gravemente, y quizás permanentemente. Las respuestas emocionales que funcionaron para ayudarle cuando era niño pueden funcionar contra el mismo cuando es un adulto. Por ejemplo, una niña que no recibía comprensión en la familia puede aprender a irse a su cuarto para llorar sola. Esto es su manera de sobrevivir. Pero cuando ella es una adulta y tiene problemas con su enamorado es mejor conversar con él en vez de salir y llorar sola.

Algunos psicólogos dicen que lo que se llama personalidad límite, «borderline personality disorder» puede ser la respuesta normal de una persona sensible en un ambiente de invalidación.

Ejemplos de Invalidación

  • Deja de llorar, o te voy a pegar.
  • ¡Cambia tu ánimo!
  • ¡Vete a gritar/llorar en otra parte!
  • Ya estás armando un drama.
  • No luchas lo suficiente.
  • No eres responsable.
  • Eres muy torpe.
  • Siempre te equivocas.
  • Nunca te concentras.
  • Lárgate.
  • Cállate.
  • Cálmate.
  • Ya pasó.
  • Ya fue.
  • No me molestes.
  • No me amargues.
  • Estás exagerando.
  • Es una tontería por lo que lloras.
  • Pudiste haberlo hecho mejor.

La invalidación tiene dos características principales. La primera es que le dice al individuo que está mal y equivocado tanto en su descripción como en el análisis de su propia experiencia: Particularmente en su punto de vista de lo que está causando sus emociones, creencias y acciones.

La segunda, el individuo atribuye su experiencia a rasgos de personalidad que no son socialmente aceptados.

Las respuestas que invalidan pueden ser de diferentes formas:

  • “Estás enojada pero simplemente no lo admites”
  • “Dices que no, pero lo que realmente quieres decir es sí, yo te conozco”
  • “Tu lo hiciste (algo que realmente no hiciste). Deja de mentir”
  • “Estás hipersensible”
  • “Simplemente eres una floja”
  • “No voy a dejar que me manipules de esa forma”
  • “Anímate, déjalo ir. Tú lo puedes sobrepasar”
  • “Si vieras el lado positivo de las cosas y dejaras de ser un pesimista …”
  • “No estás tratando lo suficiente”
  • “Vas a ver, si quieres llorar te voy a dar algo por qué realmente llorar”
  • “¡Ah! Así es la vida” (y sigue como si no hubieras dicho nada)
  • “¡Lo que pasa es que tienes celos!”

Todos tenemos la experiencia de haber sido invalidados en algún momento, pero para las personas que crecieron en ambientes de invalidación, estos mensajes los recibían constantemente. A lo mejor los padres tenían buenas intenciones pero se sentían tan incómodos con las emociones negativas que no permitían que sus hijos las expresaran, dando como resultado una invalidación no intencional. La invalidación crónica puede llevar a la auto-invalidación y auto-desconfianza a nivel subconsciente, y al sentimiento de “yo no importo”.

Un ambiente de invalidación es aquél donde la comunicación de experiencias privadas e íntimas es recibida por respuestas erráticas, inapropiadas o extremas. En otras palabras, lo dicho de una experiencia íntima o privada no es validado, en su lugar es castigado y/o trivializado. La experiencia de emociones dolorosas es negada. La interpretación que hace el individuo de su propia conducta, incluyendo la intención y motivación de la misma, es descartada.

Una forma de invalidar muy común en entre las personas de una autoestima baja, es la de no valorar dones y logros de los demás. Lo más que “regalan” es una comparación con sus propios logros, disminuyendo con esto los de las otras personas. Tienen la sensación de que si valoran lo de los otros, ellos son menos.

La anécdota de las dos cubetas de cangrejos es un buen ejemplo: Dicen que en una cubeta estaban unos cangrejos japoneses, (yo diría de alta autoestima) y que querían salirse. Entonces, uno empezó a trepar y como no podía llegar hasta arriba, los otros cangrejos lo empezaron a ayudar a subir, haciendo una pequeña escalera con sus propios cuerpos, sabiendo que si uno salía, este les ayudaría jalándolos desde arriba. Y si, así sucedió y poco a poco todos los cangrejos se salieron de la cubeta arrojándose a su querido mar.

En la otra cubeta había unos cangrejos latinoamericanos (o de autoestima baja) que también querían salir, pero en este caso en vez de ayudarse, en el momento en que uno de ellos a base de fuerza y de aplastar a los otros lograba acercarse a la salida, unos los jalaban hacia abajo y los otros trataban de convencerlo de que así estaban bien las cosas, que desistiera en su intento. Y así entre jalones y “convencimientos” la cubeta fue llevada a la cocina e hicieron una buena sopa de mariscos.

(De los trabajos de la auto-lesión de los psicólogos Van der Kolk, Perry y Herman y Linehan)

CONSEJOS PARA CORREGIR LA INVALIDACIÓN

La Invalidación y los PTS. (Potencial Trouble Source / Fuente Potencial de Problemas)

Un PTS es una persona que no está en tiempo presente, que se la pasa atorada y con miedo de cosas que ya le pasaron o con ansiedad por lo que no ha llegado o fantaseando en resolver todo en un futuro. Es una persona que se enferma, que se tropieza a su paso, que trabaja mucho pero produce muy poco, que tiene accidentes, es alguien que está en una montaña rusa emocional, que pone en peligro su medio. O sea una fuente potencial de problemas para todos los que lo rodean. Por eso el nombre.

¿Y cómo se crea a un PTS? Si, aunque suena extraño, un PTS es creado, es la obra de alguien. No tiene nada que ver con genética, ni con mala suerte, ni con el medio ambiente.

Hay dos factores básicos para que exista una persona PTS:

El primer y esencial factor es que exista un supresor conectado con el PTS.

Un supresor, como ya vimos, es una persona que suprime (invalida) a otra persona. Alguien que estropeará o despreciará cualquier esfuerzo por ayudar a alguien y en particular atacará con violencia a todo aquello que pretenda que los demás sean mejores, más inteligentes o poderosos.

Y el segundo es que el PTS tenga cuentas pendientes con el supresor. Ya que esto es lo único que lo pone en peligro. Entre las cuentas pendientes se encuentran el haberlo lastimado, robado, desacreditado, deseado el mal, hablar mal él, permitirle que traspase los límites, etc. Todo lo que de alguna manera los ligue y provoque culpa.

El ser humano es bueno por naturaleza y cada vez que hace algún acto hostil contra alguien o algo, siente vergüenza y se debilita emocional, psíquica y espiritualmente, por eso es una presa factible.

Hay tres tipos básicos de PTS:

  1. El “Primer Tipo” es fácil de identificar y resolver. El supresor está justo en tiempo presente suprimiendo a la persona. La persona que invalida es alguien que en este momento se encuentra ligada al PTS o su entorno.
  2. El “Segundo Tipo” es más difícil de identificar. La persona “supresiva aparentemente” está en tiempo presente, pero es sólo un “reestimulador” del supresivo real. El PTS está reaccionando ante alguien como alguna vez reaccionó ante una supresión real.
  3. Y el “Tercer Tipo” es alguien que está reaccionando ante una imagen irreal.

Ahora bien, para poder recuperarse o salir del estado de PTS debemos primero averiguar cual de los tres tipos es y seguir la siguiente “fórmula”.

La “formula” para los tipo uno y dos es sencilla, lo difícil es ponerla en práctica, ya que hay que aceptar el hecho de que somos responsables del estado en que nos encontramos. Para los tipo tres solo el trabajo con profesionales puede ayudar.

Para el “Tipo Uno” es la siguiente:

1er Paso: Descubrir quien está suprimiendo, realmente. El simple hecho de saber quién es y poderlo nombrar, produce beneficios.

2do Paso: Desconectarse. Salir de su entorno de poder.

3er. Paso: Manejar la situación que permitió la supresión. Reconocer las deudas pendientes o actos hostiles que se tienen contra el supresor y hacer enmiendas.

Para el “Tipo Dos”:

Los pasos son los mismos con la diferencia de que como el supresor no está en tiempo presente, ni en el entorno, el hecho de descubrirlo y nombrarlo pueda llevar más tiempo y una búsqueda en el pasado del PTS.

Para aclarar un poco este caso, veamos un ejemplo: Un PTS “Tipo Dos” siente que el supresor real es su nuevo jefe. Porque cuando está con él se siente mal y no soporta que le de órdenes y cada vez más produce menos en el trabajo. Pero al seguir el “Paso Uno” de la fórmula, descubre quién es y lo nombra. No siente ningún alivio. Y al dejar el trabajo para desconectarse, tampoco hay cambios. Por lo que en realidad el verdadero supresor no es el jefe, es tan solo la reestimulación de alguien en su pasado, podría ser un padre dominante, mandón y violento o algún viejo maestro de la escuela. Alguien que en su pasado lo suprimió y además tenía una posición de poder.

También en el “Tercer Paso” hay cambios en el caso de que el supresor real haya muerto, por lo que las enmiendas hacia él podrán eliminarse o en el mejor de los casos hacerlas hacia alguien o algo que él haya dejado. Sus hijos, esposa o negocio.

Para el “Tercer Tipo” no hay “fórmula”; son casos de psicosis que deben ser vistos por profesionales.

(De los trabajos de L. Ronald Hubbard. La ciencia de la autosupervivencia y La Ética de Cienciología).

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