En un relato de intriga perteneciente a “Relatos de los viudos negros”, el escritor Isaac Asimov pone en boca de uno de sus personajes el concepto de “sonrisa adquisitiva”. Se refiere a lo siguiente. Cuando alguien desea poseer algún bien material y, tras cierto tiempo, lo obtiene, sus labios adoptan una sonrisa de satisfacción que otorga al rostro una expresión de ligereza, matizada según el grado de anhelo, expectativa y coste.
A los coach, independientemente de los métodos que utilicen para ejercer su actividad en beneficio de sus clientes, se les presupone que lo tienen todo controlado, que saben cómo evitar cualquier problema, sobre todo los de índole personal y afectiva. Pero ninguna persona está a salvo del sufrimiento, incluso de padecer algún trastorno provocado por un estado depresivo. También un coach puede no aplicar en sí mismo lo que aconseja a otros porque una situación personal se le escapa de las manos. De igual manera, un médico puede enfermar, un economista puede arruinarse y un gran futbolista tener una mala racha en la que sea incapaz de marcar un gol.
Pero es en esta situación cuando un profesional del coaching -poco a poco y quizá con algo de ayuda externa- tiene la oportunidad única de aplicar su capacidad para resolver conflictos, mediante una autoayuda de primera mano, reaprendiendo lo que ya sabía, investigando de nuevo, experimentando sobre sí mismo con la finalidad de recuperarse de su crisis personal y alejar de sí la sensación de fracaso, culpa, etc.
Si lo consigue, sentirá un satisfacción muy profunda, una seguridad que le dotará de una mayor confianza a la hora de servir a los otros.
Su sonrisa adquisitiva aparecerá en su interior, no cómo resultado de la obtención de un sobrevalorado logro material, si no cómo máxima expresión de la fe en el esfuerzo y la voluntad.
Fuente: Jordi Milian – Coaching