Hace mucho que no diarizo.
Me encuentro en un momento muy raro, una especie de vacío. Creo que se está alargando demasiado.
De vez en cuando tengo pensamientos de que he dejado atrás una persona muy importante en mi vida, una persona de la cual no sé si encontraré alguien a la altura. Y aunque esto lo he sentido otras veces, pocas lo he pensado racionalmente.
Espero que sea menos importante de lo que me parece. Para mí es un ejemplo vivo de lo que yo quiero para mí como mujer. Aquella con quien yo congenio, aquella de quien no necesitas pensar: porque sabes. Sabes profundamente. No hay dudas, ni preguntas, y la mente y el corazón descansan en paz. Me ha pasado con muy poca gente. Quizás para mí es más importante esto que ninguna otra cosa, más que el cariño, etc.
No quiero magnificar el tema, pero después de ver recientemente El secreto de sus ojos… no pude evitar emocionarme pensando en este tema. Me imaginaba yo, en el papel de Darín, habiéndome casado, sin poder querer a mi esposa, habiéndome separado y finalmente volviendo a buscar a la mujer con quien no pudo ser. Ché, es nomás una película, boludo.
Pero la vida sigue y muchas otras cosas vendrán. Eso sí, siento también que el tiempo se me acaba. Cada vez es más difícil la búsqueda, hay menos fuerza, entrega, ilusión y ganas, y más prisa; más cabeza y menos corazón; los consejeros buenos van a peor y los malos a mejor.
¿Menos corazón? Bueno, estoy haciéndole hueco para que crezca, el pobre; le intento regar y le echo Compo-sana. Le mimo y no le doy mucho mal, pero tampoco es cosa de dejarlo dormir, porque si no siento que se me va la vida durmiendo.
Me acerco al vacío. A vivir solo, en mi piso; sin trabajo, sin estudios, sin novia; y sin una idea clara de lo que hacer. Y un tanto ahogado en la inacción.
Por un lado me parece estar perdiendo el tiempo. Por otro, estar haciendo algo que hace mucho que no hacía: nada.