No me creas, prueba

Dice Aristóteles:

«Cualquiera puede enfadarse, eso es muy fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, eso ciertamente, no resulta tan fácil.»

Yo aplicaría esto mismo a ese momento cuando un amigo te dice: «Tú lo que tienes que hacer es …». Dar un consejo es muy fácil, como dice la cita. Ahora bien, dar consejo a la persona que realmente lo quiere, conociendo de forma exacta cómo se siente, respetando sus valores y su forma de entender la vida y sabiendo cuáles son sus mayores necesidades, eso realmente es algo complejo y, al tiempo, poco útil.
¿Qué me hace seguir esta reflexión? Los coaches sabemos que en una sesión vale más extraer un posible camino desde la reflexión interna del cliente que cualquier buena respuesta dada por nosotros. Esto lo compruebo cada día cuando algún cliente me dice: «si me puedes decir de qué forma puedo afrontar esta situación». Y yo suelo responder: «vamos a buscar qué formas sientes más adecuadas para ti para afrontar esa situación». La diferencia está en «sientes» y en «adecuadas para ti», porque sus son emociones y su visión del mundo las que determinarán las acciones a tomar.
Hay una intención positiva cuando tu amigo quiere darte un consejo, cree que es bueno para ti, aunque es muy probable que no haya evaluado todas las variables posibles a las que hice referencia en párrafos anteriores. Y por esta razón, tampoco mide las consecuencias.
Te voy a contar un ejemplo muy fácil. Esta mañana buscaba en mi ciudad una oficina de un determinado banco. Me fui a mi querido google y me dio una dirección. A mi me resultó extraño el lugar, aunque como iba con prisa decidí pasarme directamente.
Al llegar, confirmé mi sospecha, allí era imposible al tratarse de una zona residencial. Se me ocurrió preguntar a una persona y me dijo dónde la podía encontrar, en una plaza cercana, no dudó ni un instante en su respuesta. Y yo, estaba en la calle, con pocas opciones en ese momento, así pues tomé su información como válida. Después de unas cuantas vueltas por la plaza en cuestión, me convencí que allí no estaba.
Decidí buscar en otra posible dirección, en las afueras y al atravesar la ciudad, en la calle más céntrica, allí estaba. De hecho llevaba allí años aunque hasta ese momento no lo había recordado. Y entonces me di cuenta, si hubiese tomado un poco de conciencia el lugar era bastante lógico. Habitualmente el centro neurálgico es, precisamente, el lugar donde se ubican la mayor parte de los bancos importantes.
En este caso reconozco que los consejos que seguí fueron dos: uno de google y otro de una persona. Ambos los pedí yo, por tanto aunque ambos me fallaran no hay otra persona más responsable que yo.
No seré yo quien juzgue aconsejar o no. Yo pido consejo a ciertas personas en ocasiones, aunque la mayor parte de las veces hago lo que quiero y no los sigo. Evidentemente hay situaciones en las que una visión externa es sana y necesaria, sobre todo cuando el otro domina un asunto que desconocemos. Es decir, más que consejo pido o busco un asesoramiento sobre algo determinado a un especialista en la materia.
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En otros casos tendría en cuenta lo siguiente:

– Si vas a dar un consejo, como mínimo, cerciórate que desean recibirlo y además. revisa que estás alineado en valores, ideas y situación con la persona en cuestión. Le ayudarás más, incluso, si decide ignorarlo.
– Si recibes un consejo (pedido o no), reflexiona, hazte buenas preguntas que indaguen en ti, toma conciencia de la situación e informa sobre qué es importante para ti. Y muy importante, asegúrate que quien te lo da conoce del asunto, sino te encontrarás dando vueltas en un lugar donde no está la respuesta buscada.
Ahora bien, «no me creas, prueba». Y si no te gusta este consejo, elige otro por favor.

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Susana García Gutiérrez – Coach Profesional
1ª Coach de Familias Monoparentales
http://www.coachingatualcance.com/

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