Hace un año escribí un artículo llamado “Aprendiendo a fluir… y a navegar” donde contaba mi primer experiencia práctica de dejar fluir en vez de tratar de controlar:
“Me di cuenta que la inclinación del barco es parte de la navegación y que cuando ésta sucede (contrario a lo que hacemos naturalmente), hay que SOLTAR. Al relajarme y dejar que el bote se inclinara, no estaba cediendo el control al viento, sino dejándome FLUIR con él y mi compañero (quien evidentemente tenía algo más de experiencia –o coraje- que yo) evidentemente estaba fluyendo mucho mejor que yo. Entonces me dije: “Qué es lo peor que puede pasar?” y caerme al agua de pronto pareció una tontería al lado de estrellarme esquiando así que decidí disfrutar de la adrenalina: respiré profundo, le dije a mi compañero “Confío en que no nos vas a dejar caer” y me empecé a relajar.”
Ha pasado muchísima agua bajo el puente desde entonces y me volví a enfrentar en muchas ocasiones con esta disyuntiva “controlar vs fluir”, ya sea esquiando en la montaña, caminando de noche por medio de la selva o en toboganes de agua. Y la verdad es que cambie muchísimo y estoy super contenta de haberme permitido abrirme a tantas experiencias nuevas… Déjenme contarles qué me pasó el viernes pasado.
Hace un año, pocos días después de salir a navegar, mi compañía nos llevo a correr en “kartings” o “karts”. La pase súper mal. Una vez más, decidí que no me interesaba la adrenalina y que para terminar toda contracturada y estresada, mejor no me volvía a subir a uno de esos y listo.
Pero este año se repitió el evento y me volví a subir pero esta vez con una diferente actitud frente a la vida. Cual no sería mi sorpresa, al darme cuenta que podía manejar uno de esos aparatos, sin contracturarme ni estresarme. Que era simplemente un juego y que no iba a pasar nada. Que aunque yo sintiera que el carro iba a volcar en cada curva, alguien probablemente se había encargado de diseñarlos tal que no sucediera o no nos permitirían hacer lo que estábamos haciendo. Y entonces empecé a fluir y a divertirme. En la primer carrera, salí 2da de 10!!! Casi todos hombres y súper competitivos! En la siguiente también me fue muy bien, fui ganando más y más confianza, hasta que llegué a la final, en 4to lugar!!! A esa altura, ya estaba desafiando abiertamente a todos mis amigos, confiada de hacer un muy buen papel y divirtiéndome muchísimo. Mi objetivo mayor era ganarle a Carlitos, que estaba 3ro… Empezamos a correr y enseguida fue evidente que salvo que él se equivocara, no lo iba a poder pasar. Y entonces él se equivoco, YEI!!!! Que divertido!!!
Pero algo salió mal… Se salió algo de mi pedal, no alcancé el freno y me estrellé a toda velocidad directo contra la pared (o más bien contra toda la protección que había antes de llegar a la pared). Reboté en el asiento y sentí que todos mis huesos se apretujaban y un dolor súper agudo en la mano, que había quedado enganchada en el volante. Se me cortó la respiración, me dije “Pero qué tontería lastimarte en serio en un Karting!”. Me quería poner a llorar, vino el señor que me dio vuelta para que pudiera seguir avanzando y me dije ahogando las lágrimas: “Llego a la salida y me bajo, no quiero saber nada más de esto!” Pero mientras llegaba a la salida y volvía a respirar, cambie de opinión “No, no me voy a paralizar. Primero voy a terminar la carrera ”. Y termine la carrera. Salí anteúltima (pero solo 1 lugar detrás de Carlos 😉 ), todos mis huesos parecían estar en su lugar, pero la mano me dolía… No sabía si llorar, reír o ir corriendo al hospital… Estaba en puro estado de shock y me duro un rato…
PERO LUEGO PASO.
Luego de muchas experiencias de “fluir” con éxito, aprendí que no necesariamente todo es color de rosa cuando uno confía y se deja llevar, también puede que te golpees… Y sin embargo, esto no empaña nada de mi aprendizaje. Podría quedarme con la sensación desagradable del susto del choque y que eso impidiera dejarme llevar la próxima vez, pero no. Lo volvería a hacer…
Cuando la vida nos sorprende, qué sentido tiene paralizarnos?
Después de todo, quién te quita lo bailado?!
Fuente: Liderazgo Auténtico