«Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.»
Albert Einstein.
En época de crisis pueden surgir la depresión, la apatía, la ansiedad, la desesperanza, el miedo al futuro y la desmotivación. Pero algunas personas, no dispuestas a abandonarse y caer en la oscuridad profunda del victimismo, deciden plantar cara a sus circunstancias, por adversas que estas sean. No es casualidad que los chinos usen la misma palabra para crisis que para oportunidad. Y es que detrás de la adversidad y la pérdida se puede esconder una oportunidad de mejora y crecimiento personal. Esto nos puede ocurrir en cualquier ámbito de la vida. La crisis, entendida como cambio, va ligada a la propia existencia. ¿Alguien se plantea una vida sin cambios?
Actualmente, en el plano laboral, cada vez son más las personas que en lugar de quedarse esperando un trabajo que parece no llegar, se han aventurado y han decidido tomar con firmeza las riendas de su destino, desafiando el riesgo: han decidido convertirse en emprendedores, creando su propio trabajo, su propia empresa, su propia vida.
El post de hoy va dedicado a la resiliencia, un término que, si bien parece estar de moda en estos ásperos tiempos, aún es bastante desconocido. La palabrita en sí se las trae. Una evidente muestra de ello ha sido la cara que han puesto algunos cuando la he mencionado (como si hablara en chino), exactamente la misma que puse yo el día que la leí por primera vez. Sin embargo, el término fue introducido en el ámbito psicológico por el psiquiatra Michael Rutter alrededor de los años 70.
Originalmente, este concepto proviene de la física y hace referencia a la capacidad de un material para recuperar su forma tras ser sometido a elevadas presiones o choques.
En Psicología, la resiliencia se define como la capacidad de afrontar la adversidad, sobreponerse al dolor emocional y a los traumas, saliendo fortalecido y alcanzando un resultado positivo. Cuando un individuo es capaz de afrontar un obstáculo y salir airoso e incluso reforzado, se dice que tiene una actitud resiliente. Se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional y responden más positiva y eficazmente ante los estresores (circunstancias o fuentes de estrés), siendo más capaces de tolerar la presión. En la actualidad este término pertenece a la psicología positiva, no encuadrándose en la psicología tradicional.
Suelo insistir en que la naturaleza es sabia y hoy voy a poner ejemplos de actitudes resilientes provenientes de ese mundo y que siempre han estado ahí, antes de que a alguien ingenioso se le ocurriese el término que estamos tratando.
En primer lugar, la flor de Loto. Esta flor ha sido un símbolo fundamental para multitud de civilizaciones a lo largo de la historia de la Humanidad. Representa la belleza y la pureza que se elevan más allá de lo sucio y lo mundano. Esta hermosa flor emerge y se nutre del barro. Según la mitología griega, una diosa huyó a un bosque situado en un lugar llamado Loto, donde finalmente se hundió. Loto era el lugar destinado por los dioses para los fracasados y perdedores. La joven diosa luchó durante siglos y logró salir en forma de una bella y delicada flor, de largos pétalos. Por ello, para los griegos esta flor simbolizaba el triunfo después de haber luchado incansablemente en contra de la adversidad. Nunca vas a encontrar una flor de Loto en aguas limpias, cuanto más sucia esté el agua más preciosa será. Quizás esta flor prentenda enseñarnos, a través de su leyenda, que así debe ser nuestra vida: mientras más dificultades, obstáculos y decepciones encontremos en nuestro camino, más debemos esforzarnos y luchar por salir triunfantes, incluso más fortalecidos y convertidos en mejores personas.
Otro claro ejemplo de resiliencia que nos ofrece la naturaleza es la perla. El proceso de creación de una perla en una ostra sucede cuando un diminuto grano de arena invade su interior y la ostra segrega nácar, como mecanismo de respuesta ante la agresión. El resultado de dicho proceso es una auténtica joya.
Resiliente también es el caso de la mariposa, un hermoso ser que emerge de la crisálida, que ha elaborado con esfuerzo, donde experimenta un complejo proceso de metamorfosis que le permite desprenderse de su forma primigenia: gusano.
La resiliencia significa que cada persona puede hacer mucho por influir en aquello que le sucede, para modificar su propio destino. Tenemos el control de nuestra vida, mucho más del que pensamos. Lo que ocurre es que es más fácil y rápido ponernos excusas, quedarnos en el «no puedo», «es muy difícil», trazando imposibles en el aire y sintiendo la calidez de la comodidad que reporta lo conocido.
Dejemos de lado las excusas y pongámonos las pilas, esforcémonos por mejorar, aunque sea un poco, nuestra realidad. Tal vez no podamos hacer nada para evitar ciertas cosas que nos asalten en el camino, o para cambiar a los que nos rodean (todos tenemos el derecho a querer o no cambiar), pero sí que podemos elegir la forma en que interpretamos las circunstancias o estímulos, así como nuestro plan de respuesta para afrontarlos. Seamos flor de loto, perla o mariposa…
Algunas personas han experimentado cambios positivos en su estilo de vida tras vivir una situación límite y traumática (un accidente, una enfermedad grave, la pérdida de un ser querido, el abandono, etc.). Estas personas han llegado incluso a «agradecer», en cierta forma, eso desagradable que les ocurrió, porque les sirvió para valorar y darse cuenta de que estaban equivocados y que no llevaban la vida que querían, o que ni siquiera se sentían «vivos». Ojalá todos tuviéramos la capacidad de aprender esa gran lección sin necesidad de pasar por una situación tremebunda.
La historia de Anna Frank y su diario, aquella jovencita judía que permaneció recluida y oculta, durante más de dos años, en un habitáculo del Amsterdam ocupado por los nazis y por el horror que sembraron, es una lección de superación.
La gran artista mejicana Frida Khalo nos dejó un precioso legado de pasiones convertidas en trazos y color. Tras un grave accidente de tranvía, Frida acabó postrada en un cama y comenzó a pintar durante su dura convalecencia, porque prefirió expresar el dolor en arte antes que en lamento y desidia. Creó belleza a partir del sufrimiento.
¿Qué nos pasa? Nos quejamos por no tener, por lo que nos falta, teniendo mucho en realidad, más de lo que otras muchas personas podrían imaginar y desear. No nos damos cuenta de que quizás lo más importante ya lo tenemos. Algunos viven pendientes de las carencias, dando alas a la frustración, y no valoran lo que tienen a su alrededor (y que nadie les habrá regalado, sino que será resultado de su propia lucha y esfuerzo). Esperando la gran ola, nos perdemos el encanto de las pequeñas. Anhelando la gran felicidad, la FELICIDAD, no nos percatamos de los momentos felices que encierran las pequeñas cosas de la vida, la cotidianeidad. Quizás la felicidad se escribe con letras minúsculas.
Para finalizar, le propongo un ejercicio: anote (no vale sólo pensarlo) todas aquellas cosas por las que se sienta agradecido/a, todo lo positivo que haya en su vida, incluso en su cuerpo. Se sorprenderá con la cantidad de cosas positivas que contendrá esa lista (si le dedica tiempo y la hace a conciencia) y por las que podría sonreír.
La resiliencia es una capacidad y, por tanto, nunca es tarde para ponerla en práctica.