Muchas veces hemos dicho “si pudiera”, “si hubiera sabido esto”, “si volviera a empezar”, quizás ahora sea el momento de poder, sin saber cómo, sólo continuar… Nos hemos equivocado tantas veces, y todas las que nos quedan, gracias a Dios… Puede ser que no hagamos más que poner excusas para paliar el vacío que inevitablemente tenemos con el devenir de nuestra propia vida. ¿Cuánto hemos arriesgado?, ¿cuánto hemos perdido?, ¿cuánto hemos apostado? Quizás sea insuficiente. Hay que seguir pujando a la carta mayor, pues sólo así habrá una posibilidad de que algún día, sea esta la carta que salga cuando le demos la vuelta a la primera de la baraja, y nos sorprenda tanto el hecho de haber ganado, que no lo creeremos. Si no tenemos voluntad, arrojo y fuerza, con qué cara podemos exigir lo que quizás no merezcamos. Es hora de darle la vuelta a las cartas, hemos apostado, la suerte está echada y aunque la suerte no ha estado nunca de nuestro lado, hay ocasiones en que ella misma se despista, pues la suerte es despistada, y va a parar al lugar menos pensado, ¿quién dice que ese lugar no pueda ser tu propia casa? Yo soy optimista. Siempre lo he sido y, al fin y al cabo, las cosas, aunque no siempre salgan como uno quiere, tengo que reconocer, pues es honrado hacerlo, no me han ido del todo mal. Tengo muchas cosas que no se pagan con dinero. Ya sé que lo digo muy a menudo, pero es que me encanta presumir de lo que tengo: una salud de hierro, una historia de amor de las que ya no se cuentan, una familia unida, unos amigos inigualables y la posibilidad de disfrutar de todos estos bienes muy a menudo, tanto como yo quiera. ¿Cómo puedo ser tan sinvergüenza de pedirle más a la vida?, ¿quién tiene más que eso? Ahora se me ocurre escribir un librillo, sin pretensiones ni ostentosidades y encima le gusta a la gente. Madre mía, he tenido que ser una gran persona en la otra vida, porque en esta tampoco me esfuerzo tanto como para poseer esta opulencia de bienes inmateriales… Ahora estoy segura de que he tenido que ser una Juana de Arco, o una Gandi, seguro que morí por salvar la vida de un niño o sacrifiqué mi felicidad por el bien de una comunidad, porque si no es inexplicable, imposible e incluso injusto que pueda tener tanta, pero tanta suerte. Si fuera justa tendría que decir que, a pesar de todo lo que me quejo, no merezco todo lo que tengo…