Hace tan solo dos meses cuando comenzábamos el año decidí haceros participes de un trabajo que se ha materializado en un taller de reflexión y ha sido toda una experiencia enriquecedora para darle un valor añadido que carecía antes de estar plasmado en unos cuantos folios.
Todo comienza por un futuro inspirador cuando nos encontramos todos los días decidiendo cosas hasta en lo más insignificante y lo realizamos de manera mecánica porque no podemos detenernos a cada instante y más cuando muchas ocasiones nuestras decisiones no solo nos afectan a nosotros mismos sino también a aquellos que nos rodean y es entonces cuando ponemos en una balanza el yo o el nosotros.
Y cuando decidimos no decidir estamos decidiendo conscientemente sin aceptación, y mientras esta postura no nos deje anclado en el pasado y nos mantenga en el lugar que queremos estar, no existe peligro ante la frustración y cuando surge el desasosiego es el momento preciso, para volver a decidir si la indecisión es buena decisión; hay que tener valor y asunción de riesgo pues el carácter inamovible de la indecisión es muchas veces sinónimo de nuestra cobardía, comodidad o inoperancia y eso son conceptos que también nos hace falta analizar.
Sin buscar el premio inmediato y conocer las consecuencias ante las decisiones rápidas, pues soñamos por una satisfacción duradera y nos despertamos antes de tiempo porque no hemos aprendido a soñar, simplemente rozamos la ilusión y ésta inevitablemente se evapora a una velocidad de vértigo.
Y mientras sigamos cediendo ante la necesidad de complacer para recibir la aprobación de otros, seguiremos siendo infieles a nosotros mismos y esto francamente nos resta tranquilidad. Y estas son prioridades que debe aprender todo ser humano desde la cuna y lo malo es que lo aprendemos a base de tortazos que nos da la vida, cuando aprender a ser uno mismo es sinónimo de vencer a nuestros miedos.
Y mientras dejemos a un lado el control de otros frente al conocimiento de nuestro YO a medida que desarrollemos nuestras habilidades, ampliaremos nuestra capacidad de influencia sobre los demás. La palabra clave es influencia que junto a la asertividad se convierte en un proceso de aprendizaje de tres dimensiones Tu, yo, nosotros por ese orden, para vivir la empatía a través de la escucha activa para pasar al YO donde podamos manifestar nuestro punto de vista y nos abra la puerta a una solución beneficiosa de ambos donde se respeten nuestros derechos.
Y con esa energía tomamos decisiones que están en frecuencia con nuestra esencia, aún cuando a veces tengamos más autoridad que poder y nuestro poder surja ante la opción de hacer cualquier cosa sin convertirse en un acto de autosabotaje, aprendiendo a querernos como primer paso para avanzar, pues merecemos todo aquello que tenemos al alcance de nuestras manos, aceptando nuestras limitaciones y aun así queriéndonos, pues esto no es bueno ni malo, es como es, parte de nuestra naturaleza y aprender a corregir es la base para no errar.
Para no hundirnos, para mantenernos, aunque a veces naveguemos por sitios equivocados sin que nuestra actitud sufra ningún resquicio y la positividad nos mantenga a flote y con los pies en el suelo, aprendiendo de nuestras situaciones difíciles y creciendo cuando sabemos reaccionar.
Pues nos es algo habitual para la mayoría de las personas focalizarnos en lo bueno ya que nacimos con los genes preparados ante lo malo. Y cuando vemos lo bueno aunque sea a través de un cristal grueso y borroso, nuestra mente se inmuniza y se hace fuerte y aprende a decir no, una de las cosas más difíciles que vivimos, y empezamos a practicar el SI, puesto que los demás no son responsables de nuestra felicidad ni son causa de nuestras tristezas, aunque intentemos quitarnos ese sentido de responsabilidad con nosotros mismos.
Y hace falta una fuerza vital para afrontar nuestros retos presentes cambiando nuestros pensamientos negativos con ese instinto que todos tenemos y que se convierte en el mayor resorte de energía vital que surge de todos los sitios, incluso del pasado que no utilizamos solo para cambiar sino para generar más fuerza y contraponer al miedo con fe y poder ver el poder que le otorgamos a uno y a otro.
Poner fe es un valor seguro, no solo ayuda al que ejecuta sino al resto de la humanidad aun siendo conscientes de que no siempre tendremos éxito y es precisamente esta fe la que nos ayuda a levantarnos e intentarlo una y otra vez. Con un núcleo bien centrado en donde podemos agarrarnos cuando las cosas nos vengan mal dadas sabiendo que no todo en esta vida depende solo de nuestras fuerzas.
Sin engañarnos sin generarnos ninguna debilidad…
Os regalo una sonrisa
Gracias a todos los que participasteis Katy, María, Fernando López, J, Pilar mandl, Sara Cobos, jd roman, Dubo, Fátima, Xhon.f5x, xabifari, Josep julian, German Gijón.
Y a todos los que lo compartisteis FAH, Optima Infinito, Senior Manager, Coaching para jóvenes, Desde La trinchera, El blog de RRHH y disculparme los que me deje en el camino…
Fuente: Coaching Politico