Un buen proyecto

«El ser humano es un buen proyecto». El ser humano es una posibilidad, no es un hecho. Ésta es la gloria y la condena de nacer ser humano. El perro sólo podrá tener una vida de perro. Pero cuando tú naces ser humano, en realidad puedes elegir si vives como un ser humano o como un perro. Si te limitas a comer, coger, dormir y esperar la muerte, podemos decir que tu vida no es muy diferente de la de cualquier animal.
Nacer ser humano implica una responsabilidad, porque no eres esclavo de tu programa biológico como los bueyes, las jirafas y las cucarachas que, desde la noche de los tiempos, son condenados a repetir la misma pinche vida de sus progenitores. Como ser humano no estás forzado a seguir las tradiciones de familia como un burro o un hipopótamo o una cabra de montaña, porque tienes el don de la conciencia: eres libre…y por lo tanto responsable de tu vida.
La libertad y la responsabilidad van siempre juntas. Cuando eres esclavo no tiene la libertad de elegir qué hacer, entonces el problema de la responsabilidad ni siquiera se presenta. Por eso a la gente le gusta tanto el victimismo. Porque ser víctima de algo te quita la libertad de actuación y la responsabilidad de tu vida.
Aun cuando los alquimistas «Patas Pa’ Arriba» usen toda la experiencia de siglos para encontrar formas siempre eficaces para apendejarte, la conciencia queda allí como una brasa dormida, esperando el soplo de un maestro para volverla otra vez una flama orgullosa.
El ser humano es un proyecto que se realiza cuando aceptas las travesuras que Dios te propone para expandir tu conciencia y realizar todo tu potencial. Ser humano significa cambiar las cosas, probar nuevas cosas, tomar el riesgo de equivocarse. Nacer ser humano significa atreverse a tantear, los territorios inciertos del amor, de la poesía, de la religión.
Todo lo que existe es parte de Dios…o mejor dicho: es Dios. Los árboles, las montañas, los océanos, los animales forman parte de Dios, sin que ellos puedan saberlo. Los únicos que pueden volverse conscientes de esto son los humanos.
Los humanos son la conciencia del universo. Por eso «el hombre es un buen proyecto», porque a menos que descubra quién es, el ser humano se convierte simplemente en un proyecto abortado.
Pero para descubrir quién eres se necesita una extraordinaria confianza en Dios. Una extraordinaria confianza en tu propia naturaleza.
Desafortunadamente nadie confía en Dios. Todos te dicen que tienes que confiar, pero todas las veces que Él se manifiesta de forma natural dentro de ti, tú te espantas porque estás traumado desde tu niñez con las burlas, regaños, castigos o madrazos; cuando intentaste vivir natural, libre, espontáneo.
Todas las veces que tu instinto, tu intuición, tu espontaneidad rompía las reglas de «educación», o de la tradición o de la religión o de la superstición, las consecuencias eran tan pesadas que al final aprendiste, que Diosito es mala compañía, y para estar a salvo de Él mejor te refugiaste en la parroquia.
El camino de la liberación total atraviesa los campos de la confianza en tu naturaleza y es fundamental recuperar la confianza en Dios.
Aun cuando el pasado haya sido una pesadilla animada por seres ignorantes, infantiles y muchas veces mediocres…exactamente como nosotros, nadie nos impide renunciar a nuestros modelos de referencia y empezar un proceso de transformación.
El ser humano puede crear o destruir. La misma energía se puede usar creativamente; depende de su nivel de conciencia.
El ser humano tiene dos posibilidades: o despertarse y darse cuenta que nunca ha salido del Jardín del Edén, o creer que fue corrido de allí y continuar soñando que vive en el infierno. Es una cuestión de elección.
¡Me vale Madres!, 94-98

Fuente: Gestalt Terapia

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